Dulcinea permanecía con la mirada fija, no respondió.…Catalina entró en la habitación con cautela.Dulcinea, aún mirando por la ventana, dijo suavemente:—Catalina, quiero ir a Alemania. ¿Puedes ayudarme a organizarlo? Y, por favor, no le digas a Luis.Catalina dudó.Ella trabajaba para Luis y le debía lealtad, pero también había desarrollado un afecto profundo por Dulcinea.Finalmente, con una sonrisa triste, accedió:—Al fin y al cabo, siempre se puede encontrar otro trabajo.Catalina, eficiente como siempre, le consiguió un vuelo lo más pronto posible y le dio la dirección de la villa de Luis en Alemania. Al despedirse, Catalina colocó discretamente una suma de dinero en efectivo en la maleta de Dulcinea:—Lleva más dinero del necesario, nunca está de más.Clara también aportó su granito de arena, preparándole algunos frascos de conservas, preocupada por que Dulcinea no se adaptara bien a la comida en Alemania.Con lágrimas en los ojos, le dijo:—Cuídate mucho allá. No enfrentes a
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