Amanda entró en su habitación, segundos después escuchó la puerta abrirse, miró la hora en su reloj, debía ser su hija. —Mamá, ya llegué. —Sara dijo desde afuera.—Dios te bendiga hija —Amanda le respondió en voz alta y terminó de desvestirse, tomó la toalla y entró al baño. Sara, en tanto, fue hasta la cocina, bebió un vaso con agua y se quedó pensando en el auto parado frente al edificio. ¿Era mera casualidad o su jefe conocía a alguien en ese edificio? Necesitaba saber qué hacía Ben Collins allí. Fue hasta su habitación también para asearse y descansar un poco. Aún tenía trabajo por hacer, debía realizar el informe diario de actividades y enviarlo a su profesor de pasantías. En tanto, Amanda se ducha y piensa en el apuesto Ben Collins, era realmente un hombre de esos que atrae con sólo su presencia, alto, rubio, de facciones perfectas, musculoso, mirada penetrante y voz seductora. —Wow! Qué hombre —murmuró. Pero lo que más lo atraía de él, era la manera de cuidar de su h
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