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Todos los capítulos de Una forense para el Rey Alfa: Capítulo 21 - Capítulo 30
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20. Necesitamos hablar
En la oscura comodidad de su habitación, Alexandra estaba caminando como un león enjaulado mientras esperaba la llegada de la persona que podría ayudarla. Y es que ella no era estúpida, sabía que el hecho de que su hijo se hubiese llevado a la cama a una humana. Un gruñido lleno de coraje salió de ella mientras se debatía entre la ira y la frustración. La escena en la morgue no había salido como lo planeó. Había subestimado a la humana y su habilidad para resistir sus provocaciones. —Maldita humana insolente. ¿Cómo se atreve a desafiarme de esa manera? —murmuró para sí misma, sus puños apretados con furia. Es que en los más de doscientos años que tenía, nunca, humanos ni lobos, se habían atrevido a enfrentarla. Ella era la luna más temida de todo el maldito reino, había marcado un precedente y aunque luego de la guerra que se llevó a su esposo y primogénito, ya su lugar no fuera ese, seguía siendo respetada. Temida. Sus pensamientos se volvieron entonces hacia su hijo. Gabriel, se
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21. Eres una debilidad
Sofía se aferraba fuertemente al cuerpo de Gabriel mientras la velocidad los llevaba a través del bosque. La noche se volvía un borrón oscuro, y ella sentía la presión del viento en su rostro. A pesar de la situación tensa y las revelaciones perturbadoras, una extraña emoción se mezclaba en su interior. La proximidad con el imponente alfa no era algo que pudiera ignorar fácilmente. Finalmente, Gabriel frenó en seco, dejando a Sofía desorientada. Se encontraban en un claro, rodeados por altos árboles. La mansión de los lobos podía verse a lo lejos, iluminada por la luz de la luna. —Esta… Esta no es la mansión— dijo Sofía recomponiendose, mientras veía todo el lugar a su alrededor y debía aceptar que era hermosísimo, como todo el pueblo. —No, pero es un lugar tranquilo y tú y yo necesitamos hablar —dijo Gabriel, su tono serio indicando la gravedad de la conversación que se avecinaba. Sofía se separó de él, sintiendo la repentina ausencia de su calor. Se miraron el uno al otro, y ella
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22. La profecía
El despacho de Gabriel estaba sumido en una penumbra matutina cuando Blake entró, cerrando la puerta tras de sí. El alfa estaba de pie junto a la ventana, su mirada perdida en el horizonte distante. Blake tosió ligeramente para llamar su atención. —Gabriel, necesitas escuchar lo que descubrí —anunció Blake, su tono revelando la seriedad del asunto. Gabriel se volvió hacia él, sus ojos oscuros como el plomo reflejando una mezcla de ansiedad y determinación. —Dime, Blake. ¿Qué encontraste? Blake se acercó a la mesa del alfa, desplegando un mapa antiguo que mostraba los límites de los territorios lycanos y brujos. Señaló una ubicación específica. —Fui a ver a la bruja como me pediste, aquella que consultamos sobre los embarazos híbridos. Y, Gabriel, lo que encontré es asombroso y peligroso a la vez. Las palabras del beta consiguieron que todo su cuerpo se tensara, al tiempo que sentía su ceño fruncirse y con un solo movimiento de cabeza lo instó a continuar. —Los vínculos entre raz
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23. Intenta que no te maten
Sofía llevaba todo el día conociendo los distintos lugares de la mansión, o al menos los que Sven consideraba que podía ver sin despertar la ira del alfa, sin embargo, cuando estaban dando una segunda vuelta al hermoso jardin de orquideas, sintió como todo su cuerpo se tensó y una opresión que no entendía se apoderó de su pecho.Frenando sus pasos llevó una de sus manos al lugar exacto dónde latía desaforado su corazón y sin saber cómo, supo, en lo más profundo de su ser, que algo no estaba bien, Que algo le había pasado a Gabriel.—Sofía, ¿qué sucede?— preguntó Sven, llegando hasta ella y viéndola con los ojos llenos de preocupación.Sin embargo, ella sabía que el dolor que sentía no era por ella, no sabía como explicarlo, pero no tenía duda que su cuerpo y su mente le estaban dando un aviso de que el alfa no estaba bien.—Gabriel— dijo entonces ella en medio de un gemido de dolor—Algo le pasa a Gabriel.Sven no sabía de dónde venía la preocupación repentina de la chica hacia el alfa
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24. No me voy a ir
Gabriel no tenía palabras para describir la desesperación que estaba sintiendo. La angustia se lo estaba comiendo de dentro hacia afuera de tal forma que ni siquiera sentía la herida que tenía en el abdomen, esa que debería preocuparle porque no dejaba de sangrar. Sin embargo, en lo único que él podía pensar era en Sofía, en qué demonios le estaba ocurriendo como para que estuviera tan desesperada. Y es que si los malditos ancianos se hubieran atrevido a ponerle un solo dedo encima…—¡Alfa, ya vienen los refuerzos!—Blake lo estaba viendo con ojos desesperados y él sabía que se estaba debatiendo entre si debía o no ayudarle con la herida. Normalmente las heridas sanaban a una velocidad increíble en él, cuando se trataba de armas de plata la recuperación era un poco más lenta, pero no tanto como estaba pasando en esos momentos. Él sabía que había algo distinto en ese puñal, algo que estaba empezando a pasarle factura, pues sus extremidades comenzaban a perder resistencia. —Bruja….— di
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25. ¿Tú dándome órdenes, fierecilla?
Sofía observó con alivio cómo los ojos de Gabriel revoloteaban antes de abrirse. Su expresión pasó de la confusión a la claridad cuando sus ojos se encontraron con los de ella. Aunque todavía débil, Gabriel intentó incorporarse, pero Sofía lo detuvo suavemente.—No te muevas demasiado, Gabriel. La bruja acaba de hacerte un buen arreglo —le advirtió, pero sus ojos reflejaban una mezcla de alivio y preocupación.Gabriel la miró como si estuviera viendo algo nuevo en ella. Se percató de la angustia en sus ojos, de la manera en que sujetaba su mano con fuerza como si temiera que él pudiera desvanecerse en cualquier momento.—¿Sofía? —pronunció su nombre con suavidad, como si estuviera saboreando la sensación de tenerla allí.Ella esbozó una sonrisa, pero los ojos aún le brillaban con lágrimas reprimidas. Él sintió una extraña mezcla de sorpresa y gratitud al verla tan preocupada por él. Los dos se encontraron en un silencio cargado de emociones.—¿Cómo ocurrió? ¿Cómo te hirieron? —pregunt
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26. Te quiero a tí
El beso tuvo el mismo efecto que si hubieran encendido una llama dentro de ella. Todo su cuerpo se prendió y cada terminación nerviosa que la conformaba despertó y se concentró únicamente en el movimiento de sus labios sobre los suyos.Era una sensación que no podía describir, no tenía palabras y aunque se había prometido que no volvería a caer, las emociones la estaban superando. Entre la preocupación, el alivio, el deseo y la necesidad ya no pudo resistirse y por el contrario respondió con las mismas ansias que él la estaba besando.Sus labios se unieron en una sincronía perfecta y por primera vez no había fuerza, ni desesperación únicamente, ella pudo sentir como él parecía querer adorar cada centímetro de su boca y eso simplemente hizo un corto circuito en todo su cuerpo.Después de ese beso apasionado, Gabriel la miró con intensidad, sus ojos centelleando con una mezcla de deseo y ternura. La luz de la luna entraba por la ventana, iluminando su rostro y creando un halo mágico al
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27. Una simple humana
Habían llegado a una de las salas privadas de la mansión, pues lo último que Gabriel quería era que su madre o alguno de los ancianos del consejo que les gustaba merodear por ahí escuchara lo que la bruja tenía para decirles. Él podía sentir los nervios que Sofía estaba sintiendo como si fueran los suyos propios, por eso sin siquiera pensarlo, entrelazó sus manos tratando de brindarle tranquilidad a la fierecilla y ella lo recompensó con una de esas hermosas sonrisas que muy pocas veces iban dirigidas hacía él. —Muy bien, ya estamos aquí, dí lo que tengas para decir y te agradezco si esta vez hablas claro. La habitación estaba impregnada de una atmósfera densa cuando la bruja, con sus ojos centelleando con conocimientos ancestrales, comenzó a relatar la leyenda que envolvía la unión entre un alfa y una humana. —Siempre le he hablado claro,alfa. Pero tal como le dije en mis tierras debía conocer a la chica para saber que no me había equivocado y mientras usted estuvo inconsciente pu
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28. No estás sola, Sofía.
Gabriel sintió como todo el cuerpo entero se le puso en tensión, porque no sabía que demonios podía ser peor de lo que ya les habían dicho, sin embargo no dudó un solo segundo en decir:—Dímelo.La bruja lo miró con ojos sabios, evaluando cada palabra antes de responder.—Alfa, el vínculo es más que un acto físico.Y por razones que no sé ni me competen puedo ver que usted no lo ha completado, no la ha reclamado como su luna, sospecho que es porque su corazón aún lucha con algo que no quiere enfrentar. Al escuchar las palabras todos los músculos de su cuerpo se quedaron rígidos, pues cada cosa que la mujer acababa de decir era cierta. —Eso no es tú problema— le dijo en un gruñido bajo, pero la mujer no pareció ni mínimamente afectada, por el contrario siguió diciéndole.—Tal vez no lo sea, pero, debe saber, alfa que si no lo hace pronto, ella quedará vulnerable, a merced del enemigo. Pues al unirse le pasarás parte de tu poder y tal vez eso consiga activar su lado mágico, quitar el b
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29. Preocúpate por recordar cuál es tu lugar
La mañana siguiente había llegado y Sofía prácticamente tuvo que rogarla al testarudo alfa que la dejara salir de la habitación y continuar con su trabajo en la morgue improvisada, pues al parecer el hombre creía que estaba enferma o discapacitada debido a lo ocurrido el día anterior. Aunque debía aceptar que esa faceta protector que estaba teniendo Gabriel con ella le gustaba mucho más de lo que debería y Dios, mejor ni hablar de lo que el hombre le había hecho en aquella cama, porque esa era otra cosa: había dormido en la habitación del alfa. Estaban pasando tantas cosas en tan poco tiempo que sinceramente no sabía cómo sentirse al respecto de nada y trabajar y tener la mente ocupada era lo mejor que podía hacer en esos momentos. Y eso era justo lo que estaba haciendo, Sven estaba silencioso a su lado, el lobo no le había quitado los ojos de encima y ella sabía que estaba preocupado, pues según lo que sabía él había presenciado todo lo ocurrido la noche anterior. Ella estaba a pu
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