—No tienes por qué agradecerme y puedes llamarme solo Leonel. Dame esos cinco. —El niño chocó su palma con la de él—. ¿Jugamos ahora?Liam se encogió de hombros y asintió, sonriendo de vuelta. —¿Pero sería posible jugar al fútbol? —Ok, ya veo que te gusta más ese deporte. ¿Cuál es tu equipo favorito?Raymond escuchaba atentamente, se cruzaba de brazos, mirando de vez en cuando para otro lugar, ocultando lo que podía hacerle sentir esa camaradería entre su amigo y el hijo de Sofía. —El Atlético de Madrid. Leonel se rió. —Claro, obvio, ¿por qué no lo pensé antes? Sofía caminaba por el lugar, se permitió perderse solo un momento en sus propios pensamientos, algo que solía ocurrirle muy a menudo.—Si te sientes abrumada, solo dilo —aconsejó Raymond, acercándose a ella. Sofía lo miró, negó una vez más y exhaló.—¿Y si me niego a todo esto, si nos vamos a otro lugar, habrá alguna diferencia? Es que… —Miró hacia su alrededor, de nuevo a él—. Sí, estoy abrumada, pero no había pensado e
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