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Todos los capítulos de Sabor Chocolate: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Capítulo 21. Pasión chocolate
Kate cerró los ojos al sentir el aliento de Ricardo sobre su rostro, sus pelvis estaban cepillándose entre sí, moviéndose como si tuviesen voluntad propia.—Mírame —le susurró él.Kate abrió los ojos, ambos estaban perdidos en su burbuja, ambos eran presos del mismo deseo ardiente que el baile había despertado, la joven podía sentir cómo el bulto dentro del pantalón de Ricardo empujaba contra su vestido, como si quisiera atravesarlo allí mismo.—Siento que ardo —confesó ella moviendo su rostro ligeramente, haciendo que sus narices se acariciaran entre sí, buscando el momento oportuno para unir sus labios en un beso apasionado.De repente el salón desapareció y todo lo que existió para ellos era el deseo de hacerse un solo ser. Los presentes dejaron de bailar, otros sacaron sus móviles para fotografiar aquel momento y Larissa moría de celos ante aquel espectáculo, ella había pedido la canción, creyendo que Ricardo no iba a desairarla, pero… tenía que reconocer que la tensión sexual ent
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Capítulo 22. Helado de chocolate
La fiesta había terminado y luego de un regaño por parte de Renato, Larissa salió en busca del responsable de que todo se hubiese ido a la mierda.Michael se sorprendió al ver a Larissa en su puerta, su bello rostro estaba desfigurado por el enojo que sentía y la vergüenza que había pasado.—¿Qué haces aquí? —preguntó, sin apartarse de la puerta.—Me has engañado, ¡me dijiste que Kate no estaba interesada en Ricardo y eso no fue lo que vi esta noche! —gritó, empujando a Michael y entrando a su departamento. Larissa tiró su bolso sobre el sillón y lo enfrentó.—No te mentí, lo de ellos fue por un error —dijo.—¿Un error? —le preguntó, acercándose peligrosamente a él—. Error es el que yo cometí al creerte. No sé cómo me dejé embaucar por ti.—Porque estás enamorada de Ricardo y lo quieres para ti —espetó Michael.—Estoy interesada en él, siempre lo he estado, pero no me hubiese atrevido a tanto si no hubieras llenado mi cabeza de mentiras —refutó.Michael no estaba para soportar las acu
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Capítulo 23. No puedo aceptarlo
—¿Qué haces, Kate? —preguntó él, con un hilo de voz, acercándose a ella para que Carlota no escuchara su conversación.—Comiendo un helado —respondió con inocencia, sus ojos brillaron cuando Ricardo la miró con ferocidad.—A mí me parece que estás siendo demasiado provocativa.—¿De verdad te parece?Ricardo gruñó cuando Kate sacó la lengua y lamió el helado.—Sí.Kate le sonrió.—Yo no tengo la culpa de que estés imaginándote otra cosa, cariño —respondió, mordiéndose el labio inferior.Ricardo hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no tomarla de la cintura y pegarla a su cuerpo para que fuera consciente de su poderosa erección.—Voy a castigarte, por eso —le prometió con voz temblorosa.—El helado se te derrite, cariño, y estamos en público para limpiarte con la lengua —le provocó, alejándose de él.Ricardo dejó escapar un ronco y profundo gemido al escucharla, quiso ir tras ella, pero se abstuvo, ya encontraría la manera de vengarse de su provocadora esposa y lo ha
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Capítulo 24. Déjame
Kate llevó las manos al cuello de Ricardo, enredó los dedos en el cabello de su esposo, restregó sus pechos contra el cuerpo del hombre.Esto no era lo que Kate quería, deseaba poder hablar con Ricardo sin que las chispas se encendieran entre ellos, pero no podía negar que se sentía atrapada por la fuerza de su esposo; se sentía como una adicta en espera de su próxima dosis. Un gemido abandonó su garganta cuando Ricardo abandonó su boca y recorrió su mentón, dejando un sendero de húmedos besos, mientras su rodilla se colaba entre sus piernas. ¿En qué momento había quedado contra el escritorio? Ella no se dio cuenta de que Ricardo giró su cuerpo, atrapándola entre la madera y él.—¿Qué es lo que me has hecho? —jadeó, echando la cabeza atrás y el pecho hacia delante para que Ricardo tuviese un mejor acceso.—Eres una tentación irresistible, Kate, no puedo tener las manos apartadas de ti, me has provocado tanto en el parque, me siento como una bomba a punto de explotar y te juro que todo
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Capítulo 25. Te ves muy guapa
Renato miró a Larissa, se veía terrible y por un momento se sintió culpable. Habían pasado varios días desde la fiesta.—¿Te sientes bien? —preguntó, incapaz de mantenerse indiferente, Larissa era su única hermana y le dolía verla sufrir de esa manera.—Me siento como la mierda, si te interesa saber. Soy consciente del error que he cometido, Renato.—Vuelve a Brasil —le sugirió de nuevo.Larissa dejó el cubierto a un lado de su plato con una calma que no sentía, levantó los ojos que se habían llenado de lágrimas ante la insistencia de Renato para enviarla de regreso a casa.—No lo haré, aunque no me quieras aquí, me quedaré —respondió.—Necesitas tiempo para superar esto, Larissa, cuando te sientas mejor, vuelve.—No, buscaré trabajo, alguna agencia puede interesarse en mi trabajo, tengo muy buenas referencias y…—Está bien, si es lo que quieres…Larissa se pasó la lengua por su seco labio.—No volveré a acercarme a Ricardo si es tu mayor preocupación —dijo luego de un largo momento d
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Capítulo 26. ¡Voy a arruinarte!
La sangre de Ricardo ardió en sus venas y se sintió como un toro dentro de una plaza, mientras le agitaban una banderilla roja delante de sus ojos.—¡Maldito miserable, ¿Cómo te atreves a tocarla?! —gritó hecho una furia. El rostro de Jack cambió de color al escuchar el grito a su espalda. Se giró lentamente y su cuerpo se quedó inmóvil el tiempo suficiente para que el puño de Ricardo lo enviara al piso.Ricardo lo tomó de la solapa del saco, apretó los dientes y le dejó ir otro derechazo que reventó el labio de Jack, el tercer golpe, le rompió la nariz y la sangre salió a borbotones.—¡Detente! —gritó Jack, intentando apartarse de la mano fuerte y vengativa de Ricardo, pero él estaba perdido y consumido por su furia, no iba a escuchar su súplica.—¡Eres un maldito cobarde! ¡Hijo de puta! —le gritó, golpeándolo de nuevo. La rabia de Ricardo era tal, que lo cegaba por completo, golpeó a Jack dispuesto a terminar con su vida en ese mismo momento.Kate se levantó del sillón, tenía el lab
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Capítulo 27. ¡Me encanta!
«Trae a Ellen de regreso»Mabel cambió el gesto de su rostro al escuchar la petición de Jack.—¿Qué?—Es la única manera de tratar de poner las cosas de nuevo a nuestro favor. No conseguiremos nada de Kate —gruñó, el dolor era cada vez más intenso— ¡Consigue un maldito analgésico! —gritó, ver a su esposa parada como estatua a su lado, lo enojó.—No me grites que no soy tu empleada —refutó Mabel, llamando a la muchacha del servicio para que consiguiera lo que Jack necesitaba.—En eso te convertirás si no conseguimos dinero. He vendido el 40 % de las acciones y las deudas no disminuyen, con dificultad he logrado pagar los intereses —gruñó.—No puedes hablar en serio —susurró Mabel sentándose en el sillón, con el susto tatuado en el rostro.—Hablo muy en serio, Mabel. Todo esto es tu culpa, si no hubieses sugerido el cambio de novias, si no hubieses calentado la cabeza de Ellen para convencerla de que Ricardo no le convenía, toda la fortuna de Ferreira ahora estaría cubriendo nuestras de
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Capítulo 28. Solo quiero ser tuyo
Kate y Grace bajaron a la sala para reunirse con Ricardo, para sorpresa de las mujeres, el magnate ya no estaba solo, Renato estaba tomándose una copa y la abuela estaba entregada a la conversación.—Renato —susurró Kate, tensa como la cuerda de un violín, temía que el abogado hablara sobre lo ocurrido ese día en la oficina.—¿Cómo estás, Kate? —preguntó—. ¿Te sientes mejor?Grace gruñó detrás de la rubia ante la pregunta de Renato, era obvio que el hombre no conocía la discreción, tampoco podía esperar mucho si era hermano de Larissa.—Un poco —susurró Kate, mirando a Ricardo, pidiéndole ayuda silenciosamente.—Lo siento, debí tener más cuidado y llamar a la puerta antes de abrir. Me he disculpado con tu abuela por mi torpeza —dijo.Kate no comprendía nada.—Oh, cariño, no puedo creer que tu primer día de trabajo con Ricardo fuese tan accidentado —intervino Carlota, extendiendo sus manos para abrazarla.Confundida, Kate se acercó a Carlota, la abrazó y luego se sentó en el sillón, ju
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Capítulo 29. Tú eres mi cielo.
«Te amo»La confesión de Kate sorprendió a los dos, pero no apagó el fuego de su pasión, todo lo contrario, fue como un palillo de fósforo cayendo sobre el combustible. Ricardo embistió hasta derramarse en el interior de su esposa.—Repítelo —pidió jadeante junto a su oído.Kate cerró los ojos, su garganta se apretó.—Te amo —le susurró.—Me tienes a tus pies, Kate, soy tu esclavo para la eternidad —murmuró él, totalmente entregado.Ricardo dejó un sendero de besos sobre la piel de Kate, recorrió su mejilla hasta adueñarse de sus labios e hicieron el amor de nuevo y, tal como Ricardo le había prometido, hasta el amanecer.—¿Vas de salida? —preguntó Renato al ver a Larissa vestida y con el bolso en mano.—Tengo una entrevista de trabajo antes de las nueve —respondió. Su semblante había cambiado, pero la preocupación en sus ojos verdes seguía latente.—Anoche no te escuché llegar.—Ni siquiera salí, Renato. Escuché cuando llegaste, aún no estaba dormida —dijo.Renato se sorprendió.—No
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Capítulo 30. Encuentro inesperado
—¿Qué tanto me miras? —preguntó Kate con una sonrisa en el rostro, estaba comiéndose el postre luego de un delicioso almuerzo y pudo sentir la mirada de su esposo fija sobre ella.—Lo hermosa que eres —comentó Ricardo, lamiéndose los labios.Kate se mordió el labio, tuvo que frenarse para no saltarle encima y terminar haciendo el amor en la oficina.—¿Te parezco hermosa? —le cuestionó ella, llevándose una cucharada de helado de chocolate a su boca, de forma deliberada, giró la servidora dentro de su labio y con su lengua quitó el helado.—No solo hermosa, también atrevida, provocadora y encantadora —musitó Ricardo, tragando la saliva que se le acumuló en la boca, quería tomarla, colocarla bajo su cuerpo y enterrarse dentro su tibia cavidad, pero esto era más que sexo. Quería demostrarle sus sentimientos de una manera distinta. Deseaba pasar con ella tiempo de calidad, dejar que sus emociones fueran forjándose en un ámbito distinto.—Me adulas demasiado —musitó ella, recordando las pal
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