Kate llevó las manos al cuello de Ricardo, enredó los dedos en el cabello de su esposo, restregó sus pechos contra el cuerpo del hombre.Esto no era lo que Kate quería, deseaba poder hablar con Ricardo sin que las chispas se encendieran entre ellos, pero no podía negar que se sentía atrapada por la fuerza de su esposo; se sentía como una adicta en espera de su próxima dosis. Un gemido abandonó su garganta cuando Ricardo abandonó su boca y recorrió su mentón, dejando un sendero de húmedos besos, mientras su rodilla se colaba entre sus piernas. ¿En qué momento había quedado contra el escritorio? Ella no se dio cuenta de que Ricardo giró su cuerpo, atrapándola entre la madera y él.—¿Qué es lo que me has hecho? —jadeó, echando la cabeza atrás y el pecho hacia delante para que Ricardo tuviese un mejor acceso.—Eres una tentación irresistible, Kate, no puedo tener las manos apartadas de ti, me has provocado tanto en el parque, me siento como una bomba a punto de explotar y te juro que todo
Renato miró a Larissa, se veía terrible y por un momento se sintió culpable. Habían pasado varios días desde la fiesta.—¿Te sientes bien? —preguntó, incapaz de mantenerse indiferente, Larissa era su única hermana y le dolía verla sufrir de esa manera.—Me siento como la mierda, si te interesa saber. Soy consciente del error que he cometido, Renato.—Vuelve a Brasil —le sugirió de nuevo.Larissa dejó el cubierto a un lado de su plato con una calma que no sentía, levantó los ojos que se habían llenado de lágrimas ante la insistencia de Renato para enviarla de regreso a casa.—No lo haré, aunque no me quieras aquí, me quedaré —respondió.—Necesitas tiempo para superar esto, Larissa, cuando te sientas mejor, vuelve.—No, buscaré trabajo, alguna agencia puede interesarse en mi trabajo, tengo muy buenas referencias y…—Está bien, si es lo que quieres…Larissa se pasó la lengua por su seco labio.—No volveré a acercarme a Ricardo si es tu mayor preocupación —dijo luego de un largo momento d
La sangre de Ricardo ardió en sus venas y se sintió como un toro dentro de una plaza, mientras le agitaban una banderilla roja delante de sus ojos.—¡Maldito miserable, ¿Cómo te atreves a tocarla?! —gritó hecho una furia. El rostro de Jack cambió de color al escuchar el grito a su espalda. Se giró lentamente y su cuerpo se quedó inmóvil el tiempo suficiente para que el puño de Ricardo lo enviara al piso.Ricardo lo tomó de la solapa del saco, apretó los dientes y le dejó ir otro derechazo que reventó el labio de Jack, el tercer golpe, le rompió la nariz y la sangre salió a borbotones.—¡Detente! —gritó Jack, intentando apartarse de la mano fuerte y vengativa de Ricardo, pero él estaba perdido y consumido por su furia, no iba a escuchar su súplica.—¡Eres un maldito cobarde! ¡Hijo de puta! —le gritó, golpeándolo de nuevo. La rabia de Ricardo era tal, que lo cegaba por completo, golpeó a Jack dispuesto a terminar con su vida en ese mismo momento.Kate se levantó del sillón, tenía el lab
«Trae a Ellen de regreso»Mabel cambió el gesto de su rostro al escuchar la petición de Jack.—¿Qué?—Es la única manera de tratar de poner las cosas de nuevo a nuestro favor. No conseguiremos nada de Kate —gruñó, el dolor era cada vez más intenso— ¡Consigue un maldito analgésico! —gritó, ver a su esposa parada como estatua a su lado, lo enojó.—No me grites que no soy tu empleada —refutó Mabel, llamando a la muchacha del servicio para que consiguiera lo que Jack necesitaba.—En eso te convertirás si no conseguimos dinero. He vendido el 40 % de las acciones y las deudas no disminuyen, con dificultad he logrado pagar los intereses —gruñó.—No puedes hablar en serio —susurró Mabel sentándose en el sillón, con el susto tatuado en el rostro.—Hablo muy en serio, Mabel. Todo esto es tu culpa, si no hubieses sugerido el cambio de novias, si no hubieses calentado la cabeza de Ellen para convencerla de que Ricardo no le convenía, toda la fortuna de Ferreira ahora estaría cubriendo nuestras de
Kate y Grace bajaron a la sala para reunirse con Ricardo, para sorpresa de las mujeres, el magnate ya no estaba solo, Renato estaba tomándose una copa y la abuela estaba entregada a la conversación.—Renato —susurró Kate, tensa como la cuerda de un violín, temía que el abogado hablara sobre lo ocurrido ese día en la oficina.—¿Cómo estás, Kate? —preguntó—. ¿Te sientes mejor?Grace gruñó detrás de la rubia ante la pregunta de Renato, era obvio que el hombre no conocía la discreción, tampoco podía esperar mucho si era hermano de Larissa.—Un poco —susurró Kate, mirando a Ricardo, pidiéndole ayuda silenciosamente.—Lo siento, debí tener más cuidado y llamar a la puerta antes de abrir. Me he disculpado con tu abuela por mi torpeza —dijo.Kate no comprendía nada.—Oh, cariño, no puedo creer que tu primer día de trabajo con Ricardo fuese tan accidentado —intervino Carlota, extendiendo sus manos para abrazarla.Confundida, Kate se acercó a Carlota, la abrazó y luego se sentó en el sillón, ju
«Te amo»La confesión de Kate sorprendió a los dos, pero no apagó el fuego de su pasión, todo lo contrario, fue como un palillo de fósforo cayendo sobre el combustible. Ricardo embistió hasta derramarse en el interior de su esposa.—Repítelo —pidió jadeante junto a su oído.Kate cerró los ojos, su garganta se apretó.—Te amo —le susurró.—Me tienes a tus pies, Kate, soy tu esclavo para la eternidad —murmuró él, totalmente entregado.Ricardo dejó un sendero de besos sobre la piel de Kate, recorrió su mejilla hasta adueñarse de sus labios e hicieron el amor de nuevo y, tal como Ricardo le había prometido, hasta el amanecer.—¿Vas de salida? —preguntó Renato al ver a Larissa vestida y con el bolso en mano.—Tengo una entrevista de trabajo antes de las nueve —respondió. Su semblante había cambiado, pero la preocupación en sus ojos verdes seguía latente.—Anoche no te escuché llegar.—Ni siquiera salí, Renato. Escuché cuando llegaste, aún no estaba dormida —dijo.Renato se sorprendió.—No
—¿Qué tanto me miras? —preguntó Kate con una sonrisa en el rostro, estaba comiéndose el postre luego de un delicioso almuerzo y pudo sentir la mirada de su esposo fija sobre ella.—Lo hermosa que eres —comentó Ricardo, lamiéndose los labios.Kate se mordió el labio, tuvo que frenarse para no saltarle encima y terminar haciendo el amor en la oficina.—¿Te parezco hermosa? —le cuestionó ella, llevándose una cucharada de helado de chocolate a su boca, de forma deliberada, giró la servidora dentro de su labio y con su lengua quitó el helado.—No solo hermosa, también atrevida, provocadora y encantadora —musitó Ricardo, tragando la saliva que se le acumuló en la boca, quería tomarla, colocarla bajo su cuerpo y enterrarse dentro su tibia cavidad, pero esto era más que sexo. Quería demostrarle sus sentimientos de una manera distinta. Deseaba pasar con ella tiempo de calidad, dejar que sus emociones fueran forjándose en un ámbito distinto.—Me adulas demasiado —musitó ella, recordando las pal
Michael apretó los dientes, su pregunta estaba de más, cuando era evidente lo que Larissa hacía allí, ¡estaba detrás del escritorio de la asistente de presidencia! ¡¿Qué otra cosa podía estar haciendo allí si no era trabajar?!—No has respondido mi pregunta —espetó Michael aun sabiendo su respuesta.—Tú tampoco lo has hecho, pero si tanto interés tienes en saberlo, te lo diré. —Larissa esbozó una ligera sonrisa—. Trabajo para esta empresa. Y tú, ¿qué haces acá? —le cuestionó, elevando una ceja.Michael la miró y luego miró la puerta cerrada de la oficina de su padre.—Trabajo en este lugar —dijo.Larissa abrió los ojos como platos, no podía tener tanta mala suerte, de todos los lugares en la ciudad, ¿por qué se encontraba con Michael de nuevo? Sobre todo, ahora que tenía la sospecha que la pastilla del día después no le había funcionado.—¿No puedes renunciar? —preguntó sin meditar.Michael le sonrió de una manera que hizo a Larissa temblar.—Sería mucho mejor que renunciaras tú, yo s