Renato cogió la mano de Grace, le dejó un beso sobre el dorso y luego buscó su mirada.—¿Qué? —preguntó ella, al notar la intensidad en los ojos de su novio.—He estado pensado… —Renato hizo una pausa y colocó dos de sus dedos bajo el mentón de Grace.—Tú siempre estás pensando, hay tantas cosas en tu cabeza…—No me refiero al trabajo, Grace —murmuró él, inclinándose ligeramente sobre el rostro de la joven.Grace sintió un calor atravesar su cuerpo ante la proximidad de Renato, sucedía siempre que estaban juntos y le complacía. Nunca podía cansarse de su calor.—¿Entonces? —preguntó, mordiéndose los labios.—Sabes que te has convertido en una persona muy especial para mí, ¿verdad?Grace asintió, sus dientes presionaron un poco más sobre su labio.Renato llevó uno de sus dedos al labio castigado de Grace, con la yema acarició la zona y lo liberó de la blanca prisión.—Te harás daño —susurró, sus narices se acariciaron, Grace cerró los ojos cuando el dedo fue reemplazado por los labios
Grace miró a Renato, sus ojos aún estaban nublados por la pasión que recientemente había experimentado y la petición de mano tan original y ardiente que le había hecho, ella se mordió el labio.—Te aseguraste de que no tuviera la menor oportunidad de decirte que no, ¿verdad? —preguntó, bebiendo un sorbo de agua, su garganta se lo agradeció.Renato la miró con la ceja arqueada.—¿Ibas a decirme que no? —le cuestionó, levantándose de la silla y caminando hacia Grace como un animal en plena casería—. ¿Lo pensaste acaso?Grace sintió un nudo formarse en su garganta ante el asecho de su novio.—Por supuesto… —ella hizo una pausa cuando el aura de Renato la golpeó con la misma fuerza que lo hizo su orgasmo minutos atrás.—¿Estás segura?—No me has dejado terminar, no había posibilidad de que te dijera que no. No tenías ninguna oportunidad de escapar de mí —le aseguró con voz ahogada. El toque de Renato sobre su mejilla la hizo estremecer.—Deberíamos irnos o no saldremos de la oficina —musi
Ricardo sostuvo la mano de Kate entre sus dedos, ella lo miraba, como si quisiera ahorrarse aquel momento; pero ya estaban allí y no podía echarse atrás. Además, solo se trataba de una caja fuerte, ¿qué podía contener? Ricardo estaba convencido de que no era nada peligroso, algo dentro de su corazón se lo gritaba.—Estoy contigo —le dijo, animándola a cerrar esos cinco pasos que separaban a Kate del objetivo.Cuando Renato le había hablado de la caja fuerte en la oficina de su padre, muchos recuerdos acudieron a su mente, recuerdos que había olvidado o que, tal vez, de alguna manera había decidido no recordar. Jack nunca le habló de aquella caja fuerte y así fue más fácil olvidarse de su existencia. Ahora que se encontraba frente a aquella negra caja de metal, algunos recuerdos se desbloquearon.«—Cuando no estemos cerca, recuerda que acá siempre habrá algo que nos una.Kate miró a su padre con curiosidad.—¿Las cajas fuertes no se hicieron para guardar dinero, papito? —preguntó, mira
El dolor atravesó el cuerpo de Kate, su mano presionó la pierna de Ricardo, mientras Renato pisaba el acelerador, pues Ricardo había sido incapaz de encender el motor debido al nerviosismo que le embargó.—Date prisa, Renato —le urgió Ricardo, ver el dolor en los ojos de Kate le rompió el corazón, no había nada más doloroso para él que ver a su esposa sufriendo y no poder hacer nada por ella.—Hago lo que puedo —refutó Renato, pisando el acelerador a fondo.Ricardo apretó los dientes cuando las uñas de Kate se enterraron en su carne por encima de la tela de su pantalón.—Siento que voy a partirme en dos —musitó Kate. Tenía la voz y la respiración agitada, su rostro estaba rojo debido a las contracciones que cada vez fueron haciéndose más seguidas.Ninguno entendía cómo todo cambió, de la felicidad a la angustia en cuestión de segundos. Kate no había tenido más que un ligero malestar sobre su pelvis esa mañana, pero la doctora le había comentado que era normal. Las caderas estaban dánd
Una semana después del nacimiento de Patrick, Grace no pudo más con la incertidumbre y luego de visitar el cuarto de baño por las mañanas, finalmente acudió a la farmacia. Primero lo haría con una prueba casera y luego visitaría a la doctora. Era una buena idea, pero no quería decirle nada a Renato, pues no quería que se hiciera falsas ilusiones, desdaba estar segura cuando se presentara ante él y darle la noticia.Tras tres pruebas, salió del cuarto de baño, según el instructivo decía que tenía que esperar tiempo para un buen resultado, ella decidió que podía darles más tiempo, no llevaba prisa esa mañana y Renato se fue a la oficina, así que, no volvería hasta la cena. Confiada, se fue a la cocina, se preparó un buen desayuno, se concentró tanto en la comida, que no se dio cuenta de que Renato había regresado a casa.El abogado había olvidado los documentos que tenía que presentar ante el juzgado para hacer valido el fideicomiso de Kate; con el nacimiento de Patrick, ella tomaría po
Ricardo se quedó sin aliento cuando abrió y deslizó la prenda del cuerpo de Kate, su esposa traía un conjunto de pecado, un precioso y exótico baby doll en tono vino, que hacía lucir mucho más cremosa su piel.Kate se mordió el labio, su mano acarició su abdomen y subió con lentitud hacía su pecho, acunando su redondo y perfecto seno.—¡Joder! —expresó él, casi a punto de caer de rodillas frente a Kate.—¿No te gusta? —preguntó ella, presionando su pezón por encima del sostén de encaje.—Me fascina —vociferó Ricardo, colocando su mano sobre la mano de Kate, acariciándole los dedos, reemplazando su mano por la de Kate.La rubia jadeó cuando la boca de Ricardo se cerró sobre sus labios, fue tan rápido, que no lo vio venir, sin embargo, no tuvo ningún problema en corresponder el beso apasionado de su esposo.Kate abrió la boca y le dio completo acceso a su cavidad, mientras la mano de Ricardo presionó sobre su cintura y la pegó a su cuerpo, haciéndola consciente de su dura erección, arra
El papel se arrugó dentro de la mano fuerte del hombre, Ricardo Ferreira irradiaba enojo por cada poro de su cuerpo, sus ojos eran dos pozos de hielo frío.—Ricardo…—Se ha ido —musitó con los dientes apretados, haciendo un esfuerzo sobrehumano para controlarse.—¿De qué hablas? —preguntó el hombre a su mejor amigo.—Ella se ha marchado, me ha dejado a las puertas del altar —gruñó, lanzando lo primero que estuvo a su alcance, provocando un estrepitoso estruendo en la sala de la lujosa mansión.Renato se apartó de su camino cuando otro florero salió disparado y se estrelló contra la pared más cercana.—Debe haber un error…—¡Ningún maldito error! ¡Se ha largado sin importarle la vergüenza a la que me expone delante de cientos de invitados! —gritó con enfado contenido.Ricardo Ferreira era un hombre importante en el mundo de los negocios. Dueño de una fábrica de chocolate próspera, era millonario y codiciado por muchas mujeres, pero él solo había mostrado interés por una en particular y
Kate miró su imagen en el espejo de su habitación, su rostro estaba lleno de angustia y dolor. Se preguntaba ¿Qué es lo que había hecho mal para ser tan desdichada? Primero fue la muerte de sus padres, que hasta la fecha no sabía cómo había ocurrido. Luego, la enfermedad de su abuela y el tener que trasladarse a vivir a casa de sus tíos. Aquella fue la guinda del pastel, pero trató de sobreponerse y de salir adelante, incluso trató de no ser ruidosa, creyendo que, si no se fijaban en ella, era como si no existiera.Sin embargo, había sido buscada y asediada por Ellen cada vez que ella estaba molesta. Su prima y su tía se habían encargado de hacerle la vida de cuadritos y tal parecía que todo esto de la huida de Ellen también era para causarle dolor y obligarla a ocupar su lugar.—¿Estás lista? —preguntó Mabel con impaciencia.—¿Por qué me hacen esto? —cuestionó Kate, ganándose una mirada fría por parte de su tía.—Deberías sentirte agradecida de que nos tomemos la molestia de consegui