La brisa fría del mar es una caricia agresiva y pasional a la piel de ellos, que provoca que los vellos se les erice. O quizás esa reacción se deba a la unión de labios, que ha agarrado a Samantha desprevenida. Como respuesta a la invasión de parte de él, ella se ha quedado paralizada en su lugar, puesto que no tiene ni la mínima idea de cómo reaccionar al movimiento de Adam. Ella, a diferencia de él, carece de experiencia debido a que es la primera vez que alguien la besa. Esa sensación en los labios, al ser degustados de esa manera tan cosquilleante y placentera, le parece extraña, pero exquisita a la vez. Siente un estremecimiento en todo el cuerpo, debido a la mezcla del aliento cálido con la humedad y frescura, que emana de la boca invasora, que se come la de ella con atrevimiento y falta de pudor. «No, Samantha, no debe gustarte», piensa ella angustiada, puesto que ese no debe ser el comportamiento que la defina. ¿Besarse con un chico a quien apenas conoce y en público? No,
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