La mañana llegó, Keyla la recibió haciendo ejercicio. No le gustaba pensar que no estaba en forma, pues el agotamiento sin ningún motivo la rigió antes y eso de alguna manera le jugó en contra. No quería volver a pasar por lo mismo, ni verse como alguien a quien tenían que proteger siempre. Era algo que no le gustó jamás y aunque se defendía muy bien, sabía que podía más.Las horas donde el entrenamiento con Alaya o su esposo no se perdían para nada. Las clases de Marcelo, Braulio o Aarón porque aprendiera lo básico en explosivos no se postergaron, cada semana el cronómetro se redujo segundos menos. Tenía que lograrlo o bancarse el regaño de ellos por dejarse llevar por los nervios. Pero terminar llena de pintura como sucedió las primeras veces no fue nada agradable, sin embargo jamás se echó para atrás. Las bombas que al estallar la bañaron con pintura quedaron atrás, se tardaba unos segundos más de lo solicitado, pero estas ya no explotaron. Aarón mostró un gesto de satisfacción,
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