25. Pronto tendremos un nieto.
Rachid se encontraba en su estudio con la mirada perdida más allá del paisaje que ofrecían las amplias ventanas. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Layla intentando acercarse a Amir, su hermano, su doble. Y él, el hombre del que realmente estaba enamorada Layla, sólo podía ser un espectador lejano de su propia vida.Cada vez que sus caminos se cruzaban, sentía una punzada aguda de celos. Tenía que ser esquivo, distante, incluso antipático, un papel que le desgarraba el alma cada vez que lo representaba. La ansiedad le carcomía, sabiendo que cada palabra cortante, cada mirada que esquivaba, era una traición al amor que le profesaba a esa mujer.Layla, por su parte, se mostraba confundida ante la nueva frialdad de su esposo. Rachid veía en sus ojos la sombra de la duda, y cada vez que Amir la trataba con una cordialidad distante, sentía que la distancia entre ellos se agrandaba.Amir, pasaba largas horas en el trabajo y, al regresar, se sumergía en tareas que le mantenían aleja
Leer más