—Tuvo un aborto tres años atrás, lo que le causó infertilidad permanente. Al oír esto, las pupilas de Julieta se dilataron, su respiración se pausó. Preguntó:—¿Qué dijiste? ¿Es infértil?—Sí, aparentemente, y según su historial médico, tuvo un aborto espontáneo hace un tiempo, lo que me resultó un tanto extraño.Julieta se aguantó una carcajada. Jamás se habría imaginado que Dalila fuera realmente infértil. El embarazo previo era una mentira, era un engaño dirigido a Leandro. —Envíame ese diagnóstico.—De acuerdo. Julieta miró al cielo e hizo una pausa mientras pensaba. —Por cierto, ¿podrías ayudarme a ir al centro de detención para ver a una persona?—¿A quién?—El conductor que atropelló a Dalila. Al colgar el teléfono, Julieta se mordió el labio, preocupada. Estas evidencias no eran suficientes para lograr que Leandro dejara de confiar en Dalila.Aún más importante, no había forma de probar su propia inocencia. Mientras sopesaba estas cuestiones, alguien golpeó a la puerta d
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