Capítulo110
Julieta se quedó en blanco, simplemente en blanco, mientras miraba al hombre a quien había amado más que a su propia vida, aquel que le había prometido cuidarla por siempre.

Al final, el cuento de hadas era sólo eso, un cuento.

Lo que ella tenía no era un ‘vivieron felices por siempre’, solo tenía palabras dolientes una y otra vez.

El auto empezó a detenerse lentamente. Leandro abrió la puerta y volvió a arrastrarla con violencia.

Julieta levantó la mirada y vio un patio familiar pero cubierto de hierbajos. Las lágrimas no dejaron de caer.

Era la antigua mansión Rosales, una vez tan viva y próspera, pero ahora presentaba decadente y desolada.

El portón aún estaba sellado, Leandro la siguió arrastrando hasta el edificio principal y la arrojó al suelo. Luego aplaudió y dos guardaespaldas aparecieron junto con un adolescente.

Julieta no podía creerlo. Era su hermano menor, Samuel.

Julieta se incorporó como pudo, y limpiándose las lágrimas preguntó:

—¿Samuel?

Samuel la miró con sobr
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