Kimberley se levantó y comenzó a caminar de un lado para el otro hasta que vio el móvil de Amber donde lo había dejado, se acercó y decidió ver si podía saber de algo, alguna conversación del día de la fecha, o llamada. Creyó que podría estar bloqueado, pero se equivocó y todo fue sencillo. Aunque no encontró nada del día de la fecha. Revisó sus contactos y vio un número que decía madre. Sostuvo el aparato por un largo momento en sus manos con el número a la vista, no estaba segura de llamar, pero finalmente tras meditarlo lo hizo. —Hija, te dignas a telefonear —espetó bromeando la mujer. —Hola, señora. Lo siento, no soy Amber… —¿Secuestró a mi hija? —inquirió preocupada. —No, claro que no. Soy Kimberley Roux, ella cuida
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