NARRA FEDEEstos días han sido terribles para mí. ¡Maldita sea! ¿Por qué dejé que siquiera me besara? Ahora menos puedo sacarme a Sebastián de la cabeza, ni del cuerpo… ni del corazón.No sé en qué estaba pensando cuando me adentré en este estúpido juego, si sabía que tenía que alejarme o terminaría con el corazón hecho trizas. ¿A quién engaño? Claro que sé en qué pensaba, en que tal vez no sería tan malo como pensaba, en darle una oportunidad y que, tal vez, con el tiempo sentiría lo mismo que yo.Gabriela sale del baño con cara de pocos amigos y se recuesta en la cama, suspirando. Lleva días con un humor de perros, no sé muy bien por qué. A veces la miro y siento que, así como yo le estoy ocultando cosas, ella me las está escondiendo a mí también y no me gusta. Somos uña y mugre, detesto el abismo que ha surgido entre nosotras y estoy segura de que tiene, al menos, el mismo apellido: Díaz.¿Qué pudo haberle hecho Mauricio para que ella no pudiera ni verlo? Porque sí, tiene una perso
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