—Barnaby—contestó Keith con serenidad. Me tensé—no del todo, Tessa. Él es muy humilde y piensa en los demás, aunque no lo aparente. Tiene el carácter fuerte porque sus padres se hicieron cargo de eso, pero te aseguro que es un buen muchacho, lo contrario a su primo. William es el demonio encarnado.Pretendí estar lo más tranquila posible tras escuchar esa información. En primer lugar, no iba a tener contacto con ninguno de los dos, y en segundo, una vez teniendo a su hijo, cogería mis maletas y huiría lejos. Todo estaba perfectamente planeado.—Tessa.Lo miré con incertidumbre. Acabábamos de llegar a una clínica particular, especialmente para personas con gran estatus económico.—Solo tienes que darle un hijo, nada más—me dijo Keith antes de salir del coche.—Sí, solo un hijo, nada más—repetí, con repugnancia.A continuación, dentro de la clínica, noté que estaba algo desértica. Había una que otra persona adinerada hablando por teléfono o esperando en las impecables sillas acojinadas
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