LOISEl mundo es oscuro, pesado, un bosque plateado que me ahoga. Árboles altos brillan, sus hojas doradas cayendo lentas, pero no tocan el suelo. Estoy atada, cuerdas cortándome, y la sangre sale, goteando en frascos que brillan rojo. Voces susurran, un cántico que me quema, y las sombras se mueven, veinte figuras, sus ojos violetas, grises, verdes, clavándose en mí. Quiero gritar, pero mi voz no sale. Aidan, pienso, y su rostro aparece, ardiendo, sus ojos oscuros buscándome. Pero no está aquí. Estoy sola, y la sangre sigue cayendo, llevándome con ella.Despierto con un jadeo, mi pecho subiendo rápido, el aire cortándome la garganta. Todo duele. Mi cuerpo es un peso muerto, mis brazos pesados, y siento cosas pegadas a mí, tubos, cables, una máquina pitando a mi lado. Estoy en una cama, una habitación blanca, fría, y el olor a metal y sangre me llena la nariz. Mi corazón late fuerte, demasiado fuerte, y mi voz sale, débil, rota.— Aidan… —susurro, y las lágrimas queman mis ojos.Abro
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