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Todos los capítulos de Si acepto casarme contigo: Capítulo 11 - Capítulo 20
78 chapters
11 Convirtiéndose en otra
— ¿Qué hiciste qué? — Los gritos de Giorgia eran tan fuertes que Carlo tuvo que alejar el móvil de su oreja — ¡No comprendo! ¡Explícame cuál es el objetivo de eso!— ¡Cálmate Giorgia! Es una estrategia excelente, ¿Acaso no lo ves?— ¡No, no la veo, ¡Solo veo estupidez! No VEO como tener a esa estúpida metida de nuevo en el departamento puede beneficiarnos, al contrario, ella representa un peligro para ambos, ¿Crees que seguirá callada? ¡En verdad no entiendo cómo no nos ha denunciado ya!— No lo ha hecho porque está amnésica, y a eso podemos sacarle mucho provecho, si la manejamos bien, haremos que nos firme los documentos que necesitamos, y luego de que todo esté a mi nombre procederemos con el plan inicial.— No estoy segura de que esto resulte, ¿Qué tan viable puede ser?— ¡Completamente viable! Muerta, no puede firmar nada, y no quiero tener que enfrentarme al viejo amargado de su padre.— ¡Es que ahí es donde está el problema! Si el viejo decide llevársela a la mansión de regreso
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12 Una pequeña venganza
— ¿Vittoria? — Giorgia se detuvo tras ella esperando alguna respuesta de su parte, ¡Cualquier cosa!, aunque muy en lo profundo esperaba que ella se girara y se le lanzara encima, no estaba convencida de que la mujer lo hubiera olvidado todo.— Señorita Giorgia — Greta se acercó a Giorgia y le hablo en susurros — Ella no está bien señorita… mi niña Vittoria no recuerda ni quién es…Una sonrisa malévola y de profunda satisfacción se dibujó en los labios de Giorgia que no pudo controlar todo lo que sentía por dentro. Afortunadamente, para ella Greta no lo notó por tener la vista sobre Vittoria, que luchaba por no darse la vuelta para lanzarle el vaso de cristal a Giorgia por la cara.— ¿De veras? — Preguntó haciendo un esfuerzo por ocultar su enorme sonrisa.— Si señorita, llegué esta mañana a trabajar como todos los días, y cuando la vi me alegré mucho de que hubiera regresado a la casa, pero no me reconoció, ni siquiera sabe quién soy yo… — La tristeza se dejaba notar en la voz de la c
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13 Píldoras y mentiras...
Francesco entró con expresión pensativa mientras la secretaria corría hacia él cargada con una pila de papeles por firmar.— ¡Señor Romano, que bueno que vino hoy! Ya me estaba preocupando usted nunca falta a la oficina… hay mucho trabajo atrasado… — Comenzando a poner la papelería sobre el enorme escritorio de Francesco, que apenas si notó que la chica estaba allí dejándole cosas por hacer.El empresario continuaba moviéndose de un lado al otro de la oficina, como si fuera una bestia enjaulada buscando por donde escapar.— Señor, ¿Escuchó lo que le dije?Francesco levantó la mirada a la mujer regordeta que lo miraba tras las gafas.— ¿Qué? ¿Dijo algo?— Señor, que la fusión con…— No quiero saber nada de la fusión, llama a los abogados y que ellos se encarguen, ¡Para eso les pago una fortuna!— Sí, señor, pero dicen que esta es la última oferta y que es necesario que usted la apruebe…— Llama a André y dile que venga…— Él está en una junta…— Pues dile que la junta terminó, que se p
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14 ¿Sueño profundo?
Vittoria se quedó mirando los huevos revueltos con jamón y el pan tostado que tenía en frente. Greta se había esmerado en preparar algo que a ella le gustara para desayunar, pero no habían pasado más de veinte minutos desde que prácticamente la obligaron a tomarse aquel par de píldoras. Giorgia se llevaba la taza de café a los labios sin quitarle la mirada de encima.— ¿Te sientes bien? — le preguntó mientras mordisqueaba un panecillo — Estás pálida Vittoria.La morena vio cuando todo lo que había en la mesa comenzó a ponerse borroso.— ¿Qué me pasa? ¿Qué fue lo que me dieron?— Fueron tus medicinas, amor, no deberían hacerte sentir mal — Esta vez fue Carlo.La cabeza comenzó a darle vueltas y también todo lo que estaba a su alrededor, incluso le pareció haber visto a Giorgia con una enorme y retorcida sonrisa en el rostro, y a Carlo que se burlaba de ella. Por su puesto que estaba a consciente de que aquello no era real, seguramente le había dado algo para drogarla.Apoyó las manos s
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15 Una visita inesperada
— ¡Francesco, Francesco! No hagas una locu… — PiiiiiiipYa Francesco había cortado la llamada dejando a Russo con la palabra en la boca —¡Maldición!— ¿Qué sucede cariño? — Su esposa Allegra quiso saber.— No te gustará, mejor no me preguntes…— Pero Antonio…— Amor… — El acunó su delicado y hermoso rostro entre sus manos, Allegra había cambiado su color de cabello rojo intenso a uno rubio más parecido a su color natural y Antonio apenas comenzaba a acostumbrarse — ¿Sabes que eres la rubia más ardiente que he conocido?— No me cambies el tema, sé que sucede algo y no quieres decírmelo.— No creo que sea sano para ti, ¿Confiarás en mí si te digo que es mejor para tu salud emocional que no lo sepas?— Mmm…— Solo déjamelo a mí, en todo caso es parte de mi trabajo y no me gusta traer el trabajo a la casa…— Entiendo cariño, pero ese trabajo implica al padre de mi hijo…— Lo sé… si algo está mal te lo haré saber, por ahora descuida, ¡Yo me encargaré de que ese idiota no meta la pata! — So
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16 Alta tensión
Carlo se dirigió hasta la puerta y Giorgia corrió a la cocina para interceptar a Greta que servía un zumo de frutas para Vittoria.— Dame eso, yo se lo llevaré a Vittoria — Giorgia tomó la charola de las manos de la mujer.— Pero señorita, ese mi trabajo, además, no me molesta llevarle algo de comer a mi niña Vittoria.— ¡Ya te he dicho que lo haré yo! — Le dijo cortante y perdiendo la clase.El timbre seguía sonando de manera insistente, y Carlo se apresuró para abrir, sacó el pestillo y abrió para encontrarse con la enorme mole de músculo de Russo de pie junto a la puerta, acompañado del tipo elegante y estirado con aires de realeza que venía con él.— Señores, supongo que son los de la policía, ¿Qué se les ofrece? — Saludó en tono neutro para evitar que su voz delatara su nerviosismo.— Buenos días, señor Santoni, soy el Teniente Russo — Le dijo mostrándole su placa — Venimos a conversar con su señora esposa.Carlo se tensó de inmediato, supuso erróneamente que la conversación serí
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17 Zumo de naranja
— Si lo necesita yo puedo ir a buscarla — Se ofreció Greta, Russo notó el gesto de profunda molestia de Carlo ante la intervención de la criada — En este momento la señorita Giorgia iba a llevarle una bebida.Carlo se giró para atravesarla con la mirada, y ella no comprendió que era lo que estaba mal.En la habitación, Vittoria luchaba por obligar a sus músculos a moverse, pudo abrir los ojos, pero en cuanto Giorgia entró se obligó a simular que estaba profundamente dormida.— ¿Vittoria? ¿Me escuchas?Giorgia se acercó con el vaso de jugo en la mano y se inclinó para mirarla.— Dime algo Vittoria…La morena continuaba tendida en el suelo, respirando con dificultad mientras sentía en pecho apretado.— ¡Vamos, haz un pequeño esfuerzo por pelear por tu vida estúpida! &iexc
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18 Una lágrima
Ante la actitud de Francesco, Carlo enmudeció quedando absolutamente desarmado.Carlo enmudeció quedando absolutamente desarmado.— Entonces, señor Santoni, ¿Dejará que mi médico personal venga?« ¡Oh, por Dios! ¡Sí!, ¡Sí! ¡Sí! Él sabrá qué hacer, se dará cuenta de que estoy bajo los efectos de esa cosa que me dieron » Vittoria cobró algo de esperanza, si el doctor Locantore venía a verla, todo el teatro que Carlo y Giorgia habían armado se les vendría abajo.Giorgia regresó con una muda de ropa limpia para Vittoria y se sentó a su lado en la cama, su actitud era retadora, sus movimientos como de los que cubren terreno y dominan todo, la mirada de Russo estaba sobre ella analizando su perfil a cada movimiento.« ¡Aléjate de mí! » pensó Vi
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19 Frustracion doble
Antonio dio tres pasos y pegó su espalda contra la pared de acero del elevador, inspirando profundamente sin apartar la mirada de Francesco, que seguía con las manos en su cuello intentando respirar.Era cierto lo que el imbécil estaba diciendo.Definitivamente, la chica estaba sufriendo, no había que ser un adivino para darse cuenta, y a pesar de que estaba completamente inmóvil, había algo que al policía no terminaba de gustarle, aunque todavía no definía que era, además de lo obvio, el poder y dominio de esa mujer que se sentía dueña y señora del lugar.— Siento mucho haberme salido de mis cabales… — Antonio se disculpó primero — No suele sucederme, pero creo que todavía tú y yo tenemos cosas que arreglar… — Añadió Russo.Francesco inspiró lo mejor que pudo y cuando la voz regresó a él levantó el rostro para verlo a la cara.— Imagino que sí, no puedo negar que quisiera que desaparecieras de mi vida y de la vida de mi familia…Russo se le quedó mirando como si el otro estuviera dic
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20 Tritura la píldora
— ¿Crees que en verdad podamos hacer algo por las buenas para ayudarla? Francesco le preguntó a Russo antes de abrir la puerta de su vehículo.— Sé que podemos hacerlo, lo hago todos los días con otros casos Francesco, este es mi trabajo.— Perdona que dude de tu profesionalismo, lo he visto en acción y no debería… sé que eres buen policía, pero esto me supera Antonio, ¡Te lo juro! No tengo nervios para hacer las cosas de a poco, no podría tener tu trabajo, lo arruinaría todo al primer momento.Ruso asintió con la mirada mientras se elevaba una de las comisuras de sus labios.— Sé lo que se siente, pero hay que tener calma, si la sacamos de ahí sin una razón comprobada no podremos ayudarla, un juez les dará la razón a ellos, y seguramente a mí me suspenderán y a ti te darán un sust
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