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Todos los capítulos de La vida secreta de mi secretaria: Capítulo 21 - Capítulo 30
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XXI. Al fin estoy en el paraíso
Entro al cuarto y me asombro porque está completamente iluminado por velas, un olor embriagante y agradable a cítricos está en el ambiente y supongo que es desprendido por algún incienso o quizás por las velas aromáticas.No soy mucho del rollo romántico y menos cuando vengo a los hoteles, voy a lo que voy y ya, pero debo admitir que me están gustando mucho todas sus iniciativas.Miro hacia la cama de madera blanca, que es la pieza principal de la habitación y la encuentro recostada al clásico respaldar de estilo vintage, al igual que toda la cama que tiene un estilo retro, lo único que sí no es para nada retro es el espejo rectangular que está en el techo, justo arriba de la cama, nada más excitante que mirar hacia arriba y ver a una hermosa pelirroja.Me acerco paso a paso y me quito la chaqueta del traje, la tiro sin ninguna contemplación en un sillón blanco que hay en una esquina.Luego dejo a mi paso los zapatos, que ni siquiera desabroché bien, me voy abriendo los botones de arr
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XXII. Te quiero en mi cama y en mi vida
En algún momento que no puedo precisar, porque estaba muy metido en mi “trabajo oral”, la pelirroja sacó finalmente mi eje que más rígido, ya no podía estar de mis pantalones extremadamente apretados y gemí como un animal cuando sentí como una cavidad caliente y suave envolvía mi cabeza hasta el glande, una suave lengua saboreaba mi mojada abertura y una mano comenzó a deslizarse de arriba hacia abajo, hasta la base. La otra mano me masajeaba las bolas llenas, desde abajo, también me di cuenta de que en algún momento se quitó los guantes y podía sentir la suavidad de sus manos, que aunque eran pequeñas, igual me envolvían en un fuerte puño, que me tenía al límite. Comencé a mover mis caderas hacia arriba, hundiendo los talones en el colchón y separándome de la cama para hundirme con mayor profundidad en esa apretada garganta. Por mi tamaño de 19 cm es muy difícil para las mujeres el sexo oral conmigo, pero no sé, si ya para mí, lo que hiciera esta pelirroja era lo mejor que había e
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XXIII. No puede ser que seas tú
Iba a decirle que por favor me desatara, que quería conversar con ella, de preferencia repetir en una segunda ronda, o la noche entera igual me venía muy bien.Pero ella se levantó de repente, se bajó de la cama, caminó hacia su bata de seda desechada en el suelo y se la puso, recogió también el brasier y la tanga.Abrió la puerta del closet y sacó unos botines carmelitas altos y un sobretodo camel que le llegaba a media pierna.La vi que se lo puso por encima de la bata de seda, metió la braga y el brasier en el bolsillo interno y se lo abrochó al frente, si no supieras que debajo estaba completamente desnuda, pensarías que solo llevaba un abrigo encima de una ropa cualquiera.Yo observaba todo eso, como en cámara lenta, sin poderme creer que se iba a ir así sin más, luego de esta noche de placer, que estoy seguro, ella también disfrutó con locura. Pero lo que veían mis ojos asombrados no me mentían, la pelirroja se marchaba, dejándome solo en este cuarto de hotel.Intenté incorporar
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XXIV. Todos sabían de su vida, menos tú
Regreso al auto y me siento por un momento, el dolor de cabeza me está matando y no me deja pensar fríamente.No creo que pueda encontrarla en la empresa ahora, por supuesto eso es un pensamiento imbécil. Incluso estoy prácticamente seguro que cuando llegue el lunes el de personal me dirá que la secretaria Monroe, dejó una carta de renuncia, pero que se olvide, porque no pienso firmarla nunca.Si no quiere ser mi secretaria está bien, pero no quiero dejarla escapar de mi vida así como así.- “¿Dónde estás, Estefanía?”, murmuro y pienso en todas las personas a las que puedo acudir a preguntar o en los lugares donde podría estar, pero una vez más me doy cuenta de que la secretaria Monroe sabe prácticamente todo de mi vida, sin embargo, yo no sé absolutamente nada de la de ella.- ¡¡Imbécil, Imbécil!!- exclamo golpeando mi frente contra el timón.¿Cómo puede haber un hombre tan degenerado en la m@ldita vida?, me pregunto y me ahogo en la autocompasión y el desprecio.De repente, en medio
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XXV. ¿Dónde está Estefanía?
Punto de vista de Alan:Después de no sé cuanto tiempo, que pasé durmiendo o inconsciente, espero que haya sido la primera opción. Vuelvo a abrir mis pesados ojos y me encuentro con el mismo techo blanco, en la misma habitación VIP del hospital. Esta vez no está Williams, sino mi abuela. Cuando se da cuenta de que me he despertado, se levanta rápidamente con ayuda de su acompañante, del sillón que está al lado de mi cama. - Alan, querido, ¿dime como te sientes?, Dulce llama al doctor, rápido- me pregunta tocando suavemente con sus viejas manos, mi rostro herido y con lágrimas cayendo silenciosamente de sus ojos, a la vez que le da instrucciones a la Sra. Dulce, su ayudante, para que busque al personal médico. - Tita, no llores por favor- le digo con voz ronca, porque se me parte el corazón ver a esta mujer tan fuerte con tanta vulnerabilidad. - Está bien, está bien, esa es mi alergia al desinfectante del hospital que me está afectando- me miente y no digo más nada ante su fragrant
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XXVI. No me arrepiento de nada
Punto de vista de la Secretaria Monroe: Veo pasar los altos edificios, las personas caminando por la calle, apuradas para ir a su trabajo o sumidas en las preocupaciones de su vida. Miro hacia el cielo cubierto de rascacielos de la ciudad, pero en realidad mi mente no está procesando absolutamente nada de lo que mis ojos están observando. Pienso en lo que ha sido toda la mi vida hasta ahora, en cuantos altos y bajos he tenido en el camino, en cuantos obstáculos he tenido que superar, pero al parecer no son suficientes para el destino, que sigue apretando siempre la soga alrededor de mi cuello. Desde los 19 años, tuve que hacerme cargo de mi hermana menor de 17 años, al morir nuestros padres en un accidente. Adele siempre fue una chica rebelde, que iba en contra de todo el mundo, pero que sobre todas las cosas, en vez de verme como su aliada y la hermana que se partía el lomo trabajando para que ella estudiase, me vio siempre como una enemiga. Trabajé incansablemente como camarer
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XXVII. Una inesperada bendición
Punto de vista de la Secretaria Monroe: - ¿Cómo va todo por allá atrás?- escucho la voz de mi amiga Alicia que me saca de mis cavilaciones.- Todo bien, Mateo se quedó dormido- le digo, mirándolo con ternura y acariciando su suave cabello castaño riso.- Perfecto, ya estamos a menos de media hora de Johns Hopkins Hospital- anuncia y suspiro, pensando con temor, en todas las cosas a las que se va a someter este pobre angelito en unos días.Mateo es lo único que me queda de familia, es mi sobrino y el hijo de mi hermana desaparecida Adele.Hace un año me llamaron de servicios sociales para informarme que mi hermana había fallecido por una sobredosis de drogas y había dejado a un niño de 8 años solo en el mundo, porque no tenían conocimiento de quién era el padre y en la inscripción de nacimiento solo figuraba el nombre de la madre.Esos fueron de los peores momentos de mi vida.Siempre me consolaba pensando que aunque Adele no estaba a mi lado, estaría en algún lugar del mundo, felizme
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XXVIII. Ningún ser humano debería pasar por eso
- Aquí estamos- anuncia Alicia, deteniendo finalmente el auto en el estacionamiento público del hospital y girándose hacia atrás, para ver como estaba Mateo, pero él seguía dormido. Últimamente, se encontraba demasiado letárgico, la misma anemia lo mantenía siempre en un estado débil y de somnolencia. Comienzo a llamarlo suavemente, acariciando su ensortijado y suave cabello y veo como poco a poco va reaccionando, abre sus lindos ojos verdes llenos de una lámina de humedad por el sueño profundo y pasa sus manos cerradas en un puño, para limpiarse la cara. - ¿Ya llegamos tía?- me pregunta con su voz baja infantil, mientras mira por la ventana al exterior. Alicia ya se ha bajado del coche y está sacando las cosas del maletero, que son necesarias, para lo que promete ser una estancia larga en este hospital. - Sí, ya estamos aquí pequeño, voy a ayudar a Alicia a bajar las cosas. Limpia bien tus manos con la toallita húmeda y no te las pases por los ojitos. Ponte la mascarilla nueva, an
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XXIX. ¿Ahora, dónde conseguiré más dinero?
Miraba por el cristal del hospital hacia la sala estéril donde Mateo estaba recibiendo su trasplante medular, después de semanas de exámenes y preparaciones de todo tipo. Ver su pequeño cuerpo acostado en esa fría cama, me partía el alma.No había derramado casi lágrimas, ni se había quejado de nada, e incluso el equipo de médicos, lo había felicitado por su valentía todos estos días.Esas deberían ser las ganas que tenía de sobrevivir y curarse.Pero en realidad, no era algo que me reconfortara, es imposible e ingenuo pensar que un niño tan pequeño no tendría miedo, si una persona adulta estaría aterrada, a pesar de saber que estaba recibiendo el tratamiento que mejoraría en un cien porciento su vida e incluso, podríamos decir que lo salvaría hasta de una posible muerte, por cualquier simple complicación.No quería que Mateo se lo guardara todo por dentro, sentía que a pesar de nuestro acercamiento, aún no me tenía la suficiente confianza, o simplemente por su experiencia de vida, ib
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XXX. No me merezco ser parte de tu vida
Punto de vista de Alan: Después de que estuve más o menos recuperado, fui dado de alta del hospital. A pesar de que quedaron pendientes unos chequeos que tenía que hacerme para el seguimiento de la conmoción, pude liberarme al fin de ese cuarto hospitalario que, por muy VIP que fuera, me tenía completamente sofocado.Con el cabestrillo aún seguía, pero supuestamente solo por si acaso, porque ya había pasado el tiempo aproximado, de usar este artefacto que no me dejaba ni rascarme la conciencia.Por supuesto, durante todo este tiempo no he olvidado para nada mis asuntos con la secretaria Monroe, es más, siento que cada segundo de mi día se hace interminable porque no la he visto en varias semanas.Eso que dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, lo estoy comprobando en carne propia muy tristemente.Los miembros de directivos de la empresa me vinieron a visitar al hospital, con ramos de flores y regalos que me enviaban algunos empleados, lo cual agradecí mucho porque, al
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