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Todos los capítulos de El juego de seducción del CEO: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. Ni siquiera recuerdas su nombre
Nathaniel sabía que sus palabras iban a causar un revuelo en toda la empresa en cuestión de minutos, pero eso era lo que menos le importaba, lo único que esperaba era que todos los comentarios negativos contra la chiquilla terminaran. Ni siquiera supo en qué momento le nació el impulso de protección que tenía cuando se trataba de ella o del pequeño, pero estaba seguro que no dejaría que nadie los lastimara de ninguna forma. Sus ojos fueron de inmediato a la figura de la pequeña chica sentada a unos metros de él concentrada en el trabajo y solo recordar la manera en que ella se había visto durante la presentación y volvía a quedar sin aliento. La manera en que explicó cada punto, la forma en que manejó al imbécil de Marketing, todo eso simplemente resaltó el hecho de que tenía toda la capacidad para enfrentar un alto cargo en la empresa. Ese mismo alto cargo que le daba su 25% de acciones que había heredado. Nunca en sus 34 años de vida había estado tan confundido como lo estaba e
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32. No me he muerto
Nathaniel estaba que lanzaba chispas de la rabia, él se había enterado de lo ocurrido la noche anterior entre Maggie y el mamarracho humano que se hacía llamar su ex, pero no porque ella le haya contado, sino porque su chofer lo había puesto al tanto. La chiquilla se limitó a decir que no quería causarle problemas, él no sabía si querer besarla o regañarla por pensar así, pero lo cierto es que ahora estaba paranoico, por alguna razón tenía un muy mal presentimiento con el tipo ese y sabía que aunque ella no quisiera decir nada también lo pensaba. Estaba a punto de salir hacia la oficina, cuando su celular sonó marcando el número del geriatrico donde estaba internada Dorothea, la madre de Edmund. Eso hizo que de inmediato sus alarmas se dispararan pensando lo peor. Ella era para él la mejor persona que había en toda la familia Montgomery, y no lo decía porque fuera un alma amable, sino por todo lo contrario, ella era tal como él, sincera, ácida y frentera, pero nunca injusta. —¿Qué
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33. Mi protegida
Maggie estaba entrando en pánico. Una parte de ella solo podía pensar en que su pequeño niño acababa de decirle al hombre frente a ella que lo amaba y en sus ojitos ella podía ver que lo decía, a pesar de la sonrisa traviesa, en serio. Dan se había encariñado demasiado con Nathaniel y ahora no podía sacar de su mente la idea de que podía salir lastimado si nada de eso que ellos habían empezado funcionaba, porque ella era una adulta y aunque le doliera podría manejarlo, pero su bebé no lo entendería. —Nena, ¿Estás bien? Nathaniel pudo notar como todo el semblante de la chiquilla cambió luego de que el niño en sus brazos le dijera esas dos hermosas palabras, no tenía que ser un genio para saber que ella se había asustado. —¿Eh..? Si, si, bien.— contestó y le dio su mejor intento de sonrisa, antes de tomar al niño de sus brazos—Lo mejor es que vaya dejando a Dan en la guardería y subamos, tenemos mucho trabajo pendiente. Antes de que pudiera dar un solo paso, la mano de Nathaniel se
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34. Esa m*****a herencia
Había pasado ya una semana y Maggie no podía quitarse de encima la horrible sensación de que la estaban siguiendo, desde hace días se encontraba mirando hacía atrás en cada oportunidad, sin embargo, lo atribuía al estrés que tenía debido a su ex. Pues, desde hace tres días que recibía diariamente varios mensajes de éste, algunas veces era amable y otras simplemente le decía que volverían a estar juntos quiera ella o no, lo que hacía que los nervios se la quisieran comer viva, ya había bloqueado su número en dos ocasiones, pero simplemente se buscaba otro. Ella no había querido decirle nada a Nathaniel, aunque sabía que si el acoso persistía debería hacerlo, pero primero quiso buscar soluciones por sí misma y era justamente por eso, que esa mañana le envío un mensaje al castaño diciendo que llegaría un poco más tarde a la empresa y fue a la cafetería cerca su apartamento donde Alexis la esperaba. Maggie llegó con Dan en brazos, que pareció emocionado al entrar en la cafetería y ver l
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35. Una noche divertida
Maggie se había quedado paralizada en su lugar al escuchar el grito de la mujer, sin embargo, cuando vio que esta avanzó en su dirección se había movido por instinto y se había alejado de su camino, viendo como la madre de Nathaniel tiraba la puerta con fuerza. Podía sentir que el corazón le latía acelerado y el miedo repentino que la había embargado no se había ido del todo cuando sintió las manos del castaño posarse en sus brazos, solo entonces elevó el rostro y se encontró con la mirada preocupada y enojada del CEO. —Lamento que hayas tenido que presenciar eso, nena ¿Estás bien? Los brazos de Nathaniel eran como un bálsamo para su angustia, pues poco a poco sus latidos regresaron al ritmo normal y como pocas veces ocurría fue ella quien tomó la iniciativa y le rodeó el torso al castaño en un abrazo que él de inmediato regresó. —Ahora lo estoy—Le dijo y se sintió complacida cuando escuchó como él suspiraba, al tiempo que dejaba un beso en su cabeza —¿Por qué estaba tan molesta?
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36. No me confiaría
Nathaniel había quedado en buscar a Maggie a su apartamento para ir a la inauguración del club, pero decidió pasarse primero por la mansión y tratar de dejar las cosas en claro con su madre, pues más temprano todo se quedó en gritos. Nada más entrar encontró la mansión más silenciosa que de costumbre, pues ni siquiera se escuchaban a los empleados. Con el ceño fruncido subió las escaleras y se fue directo a la habitación de Barbara, tocó dos veces la puerta y al ver que no tenía respuesta decidió abrir y echar un vistazo. Hacía años que no ponía un pie dentro de aquella habitación y de hecho ni siquiera sabía porque lo estaba haciendo en esos momentos, pero era como si un presentimiento lo hiciera querer mirar entre las cosas de su madre. Con cuidado se acercó al escritorio y echó una ojeada entre los papeles que estaban ahí, pero no eran más que facturas de compras o cuentas por pagar, luego abrió los cajones de las gavetas viendo nada más que ropa y maquillaje, y fue ahí donde se
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37. Tú eres mi presente
Nathaniel se había puesto tan tenso como un arco al ver a Pamela y Melissa hablando con Maggie, pues con ambas había tenido al menos un revolcón en el pasado, por eso no dudó en caminar directo hacia ellas, pero antes de llegar ambas mujeres se fueron de al lado de la chiquilla. —¿Todo bien, nena?— preguntó tendiendole la copa. La mirada que ella le estaba dando no la supo interpretar, pero no le gustó, lo estaba viendo como lo hacía antes, con desconfianza y miedo y eso era lo último que quería, por eso ante su silencio agregó: —Nena, dime que te dijeron. Ella apretó la copa en sus manos y le respondió con otra pregunta, una que le dio una idea sobre qué fue lo pudieron estarle diciendo: —¿Te has acostado con todas las mujeres de este reservado? Su quijada se apretó al instante. Por un momento simplemente se la quedó viendo, pensando en cuál era la mejor forma de responder y decidió que lo mejor era decirle la verdad. —No con todas, pero sí con gran parte de ellas— dijo y vio
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38, No encontrarás otra como ella
Nathaniel nunca había tenido tanta rabia en su vida. Podía sentir la ira como un ente vivo moviéndose dentro de su cuerpo mientras que su puño impactaba con fuerza en el rostro del hijo de puta que estaba intentando… que quería… Dios, él ni siquiera podía decirlo. No quería ni pensar en que hubiese pasado si él no hubiera decidido ir a ver por qué la chiquilla se estaba demorando tanto. —Voy a arrancarte las malditas manos. Estuvo a punto de impactar nuevamente el puño en el rostro del mal nacido, cuando una mano lo detuvo y al girar se encontró con la cara preocupada de Mattias y dos guardias de seguridad detrás de él. —Es suficiente, Nathe, deja que la vigilancia se encargue. —¿Para qué? ¿Para que no hagan nada así como tampoco lo hicieron cuando intentaron abusar de dos mujeres en sus malditas narices? Sabía que sus palabras habían molestado a su amigo, pero la realidad era que le importaba un carajo. —No, para que tu puedas sostener a Maggie, imbécil, que si no te has dado
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39. Él no es su padre
El apartamento estaba en completo silencio cuando entraron, Nathaniel vio como la chiquilla caminó directo a la habitación del pequeño y él fue tras ella,al abrir la puerta con cuidado vieron a Dan dormido en su cama y a la niñera en un sofá cama a su lado. Vio como Maggie llegó hasta el niño y luego de verificar que estuviera respirando bien dejó un beso en su cabecita y salió de nuevo al pasillo junto a él, lo tomó de la mano y lo llevó hasta la habitación contigua. Cuando cerraron la puerta, vio como la chiquilla dejó salir un suspiro agotado y se sentó en el borde de la cama sosteniendo con fuerza las cartas en sus manos, él ni siquiera se podía llegar a imaginar todo lo que ella estaba sintiendo en esos momentos. Caminó hasta su lado y cuando estuvo sentado junto a ella, pasó un brazo sobre su hombro y la atrajo hasta su pecho donde Maggie escondió su rostro, y lo abrazó de vuelta. —No puedo decirte que entiendo lo que estás sintiendo porque es algo que solo tú puedes saber— c
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40. Sorpresas indeseadas
Nathaniel no podía creer el grado de descaro que ese hombre podía tener, sus ojos se fueron de inmediato hacia donde Maggie, delante de él, con manos temblorosas seguía sosteniendo la notificación que el abogado acababa de darle. Dan, todavía se apresaba con fuerza a su cuello y él dejó un beso en la cabeza rubia del niño, y caminó hasta donde la chiquilla estaba. —Nena— la llamó, pero ella seguía con la mirada fija en donde su ex se había ido. Dan sacó la cabecita de su cuello y él le dio una sonrisa que él pequeño poco a poco le regaló, antes de llevar la mirada a su madre. —¿Nani? Nathaniel notó que él estaba comenzando a ponerse nervioso ante el silencio de su madre, por lo que avanzó dos pasos y se paró enfrente de ella y sólo entonces vio sus ojos cristalinos de lágrimas y el rostro muy enrojecido y él supo que era de la rabia.Con cuidado tomó con su mano libre el papel que la chiquilla sostenía con fuerza y con algo de dificultad desdobló la hoja y leyó su contenido, dánd
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