—¿Q-Qué? —articuló Arantza, para después desatar un suspiro—. Como lo suponía, no me estás tomando en serio…—Oye, te lo estoy diciendo con toda la seriedad que requiere —aclaró Dimas—. Aunque yo nunca me fijaré en un hombre, no significa que esté en contra de las parejas del mismo sexo…—Por favor, escucha lo que dices —le regañó su amiga—. Solo he dicho que me gusta y tú ya estás pensando en emparejarnos.—¿No lo has pensado tú? Digo, cuando te gusta alguien, es normal que quieras estar con esa persona. Abrazarla, besarla y… entre otras cosas —insinuó.—Una relación con la señorita Parodi es imposible, somos de mundos muy distintos —alegó—. Además, estoy segura de que espera conocer a un tipo de su misma clase. ¿Porqué se fijaría en una chica que no tiene ni en dónde caerse muerta?—En el amor, el estatus es irrelevante, Arantza. Por esa razón, te aconsejo que te ganes su corazón. Si consigues que se enamore de ti, ¿crees que le importará que seas pobre?—Argh, lo que dices es absur
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