La cena fue como todas las anteriores, Yamile se esforzaba por hacer delicias, cené, pero no me llené, quería otra cosa, quería correr, quería gritar, me perdí en mis pensamientos y recuerdos con mi esposa.El reguero de Samuel me trajo de nuevo a la realidad, regó el jugo, rara vez pasaba invicto. Mi suegra le ayudó entre risas, pero al mirarme le di a entender que luego lo regañaría, aunque sería mentira, que sienta, no era correcto que siempre haga regueros.La noche como todas desde la ausencia de mi mujer, cuatro horas y luego desesperación e impotencia. La rutina, los niños al colegio, por inercia me arreglo. Desayuno, pero no tenía hambre, Carajos quería llorar.Intenté concentrarme en el trabajo, desde ayer tenía los anillos en mis manos, juego con ellos, me hace sentir cerca de ella. Entre más pasaban los minutos, más impaciente me encontraba, a eso de las cuatro llegó Alejandro, Fernanda y Socorro a mi oficina. Me pareció extraño.—César, me llamó Jenaro y pidió que viniera,
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