Estaba segura que mi plan no fallaría, que nada podía salir mal si ponía de mi esfuerzo para encontrar el verdadero amor de ese hombre que tan equivocado y confundido se encontraba. Ser su Cupido no era nada de otro mundo, después de todo, no existía nada entre los dos, solo un trato que en cualquier momento podía romperse y nuestras vidas volverían a la normalidad, sin tanto problema como lo había pensado semanas atrás cuando mi padre me puso en la mesa aquella propuesta de casarme con un desconocido.Entre nosotros no hay sentimientos de por medio y eso lo hace mucho mejor, porque, aunque una parte de mí sí ansiaba sentir esas mariposas y esas flamantes llamas recorrer por mi ser, la realidad era que lo nuestro no iba a llegar a ningún lugar. Él es un hombre muy atractivo, su familia y él mismo deben estar esperando una mujer igual de hermosa a su imponente presencia, no una mujer de clase, pero con poco atractivo como yo. Además, no esperaba el dichoso príncipe azul, deseaba y anhe
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