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Todos los capítulos de Una rubia para el CEO: Capítulo 31 - Capítulo 40
96 chapters
30 Has despertado al diablo
HannaDespertar en la misma cama con Jason parece que se está convirtiendo en una costumbre. Sin embargo, esta vez hay una gran diferencia. Esta vez estamos frente a frente, yo estoy prácticamente acurrucada en su pecho, su mano está en mi cintura dejando caricias y él tiene esos hermosos ojos azules fijos en mí.Por un instante siento que me quedo sin respiración, en especial cuando él me da esa media sonrisa que hace que cosas raras se formen en mi panza, pero entonces toda la magia desaparece cuando los recuerdos de la noche anterior llegan a mi.Lo sabe… Él lo sabe.De inmediato alejo mis ojos de los suyos e intento ponerme en pie, pero su mano en mi cintura me lo impide.—Ey, ¿a dónde vas, gatita?Las palabras se niegan a salir de mi boca, al igual que mis ojos rehuyen totalmente los suyos, sin embargo cuando siento como su rostro se inclina hacia mí y al segundo siguiente su boca está en mi cuello expuesto dejando un beso en el lugar justo donde mi pulso late desaforado, en ese
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31. Dame la oportunidad de cuidarte
Jason—Déjame ver si entiendo, luego de años de soltería decides tener algo con alguien, pero solo puede durar hasta que el contrato termine ¿y me dices que ella estuvo de acuerdo con esa estupidez?Pongo los ojos en blanco al escuchar a Alex joderme por lo mismo, desde hace dos días que hablamos sobre la amenaza del imbécil del ex jefe de Hanna, Alex no ha dejado de molestar diciendo que estoy actuando como un novio real, lo que me llevó a contarle de mi acuerdo con la rubia.Eso es lo peor que he podido hacer.—Si, joder, así tal cuál, ¿ahora puedes hacer el favor de enfocarte en lo que te pedí?Él me mira como si no pudiera creer lo que estoy diciendo y entonces, haciendo que esté muy cerca de perder la paciencia suelta una carcajada que hace que mis ganas de ahorcarlo incrementen.—No lo puedo creer— dice, sin dejar de reír—Has caído por la rubia,hermano.—No he caído por nadie, simplemente no me gusta compartir — le digo, pero las palabras me saben amargas— ¿Me gusta? si, no voy
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32. ¡No te atrevas a colgarme, Hanna Harrison!
HannaHe estado paranoica los últimos dos días esperando que en cualquier momento me llame mi jefa Mila o los gerentes de la revista para hablarme sobre todo lo ocurrido con mi jefe, pero gracias a Dios, aparte del usual cuchicheo sobre mi reciente relación, no ha pasado nada.Estoy terminando de escribir un articulo sobre la miel de los primeros meses de una relación, cuando siento como alguien se coloco enfrente de mi escritorio y al levantar la vista me encuentro con Krista viendome con el ceño fruncido.—¿Te puedo ayudar en algo?— le pregunto cuando veo que no me dice nada.Ella al escucharme aprieta la quijada con fuerza y me lanza la peor de las miradas, mientras pasa su cabello rubio platino hacia su espalda.—No entiendo cómo fue que lo conseguiste. — me dice finalmente y yo de inmediato me tenso pensando que puede estar hablando sobre el cerdo de mi ex jefe.—¿Cómo conseguí qué?—pregunto con cautela.—No te hagas la tonta, sabes que estoy hablando de tu supuesta relación con
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33. ¡Estabas celoso!
Jason ME COLGÓ. La endemoniada rubia se atrevió a colgarme el celular.. Esta mujer va a matarme de un aneurisma, veo a lo lejos como se asoma la revista en la que Hanna trabaja, y entonces esa cabellera rubia que ya es tan familiar para mí se ve caminando directo hacia el lugar; menos mal y decidí salir nada más ver la foto, porque sino de seguro que se me hace imposible verla. Me encargo de dejar el auto en uno de los parqueaderos de visitantes y espero a que ella se acerque a la entrada, solo entonces camino directo a donde ella está y tomándola por sorpresa la tomo de la mano y le giro su cuerpo hacia el mío. —Ahora sí, tú y yo vamos a hablar, gatita.—Le digo y mientras veo su expresión sorprendida. Aprovechándome de eso comienzo a llevarla directo a donde mi auto se encuentra y no es hasta que quito la alarma que ella finalmente reacciona. —¿Qué crees que estás haciendo?— me dice, dando una mirada a las personas de alrededor que no han dejado de cuchichear desde que llegué.
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34. Tengo ganas de tí
Hanna Por un momento creo que me estoy imaginando cosas al girar el rostro y ver la silueta de Seth, el ex mejor amigo de Jason que lo traicionó, en la puerta de la oficina, pero cuando veo a Margi entrar acelerada tras él y siento Jason gruñir, ahí me doy cuenta que es real. —Lo lamento, señor, pero él entró sin autorización, yo estaba a punto de… —No te preocupes, mujer, ¿o acaso no ves que tu jefe estaba ocupado con su mujercita? El comentario burlón consigue que yo de inmediato vuelva a girar mi rostro siendo consciente de donde me encuentro sentada, consiguiendo que la vergüenza sea inmediata. Siento como todo mi cuerpo se tensa y sé que Jason lo ha notado porque un nuevo gruñido sale de él, sus manos están aferrando con fuerza mis caderas y sin importar quién puede estar viéndonos, él inclina su rostro hacia el mío y sin darme tiempo de hacer nada, estampa un beso de pico en mis labios. —No tienes nada de qué avergonzarte—susurra sobre mis labios, consiguiendo que yo esboc
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35. Una noche alocada
Jason Esta mujer quiere matarme. Dios, lo cierto es que no soy ni nunca he sido un santo y creo que estas ya casi tres semanas que llevamos con el contrato, han sido el tiempo más largo que he estado sin sexo y haberla escuchado a ella decir que tiene ganas de mí ha disparado mi lado más animal. Lastimosamente no pudimos continuar con el tema, pues ella debía regresar a la revista y yo tenía que pensar qué es lo que voy a hacer respecto al tema de mi padre. Porque si yo me siento traicionado, entonces mi abuelo quedará devastado y eso es lo último que quiero, pero tampoco puedo dejarlo pasar. Sin embargo, tengo preparado algo especial para la rubia en unas horas, le he dicho simplemente que esté lista y que pasaré a recogerla, ha llegado el momento de que la gatita conozca los placeres de la vida. Pero antes de salir voy directo a mi despacho para buscar en mi correo la investigación que me envió Alex sobre Hanna, no he olvidado que me dijo que había cosas que debo leer. Abro el
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36. ¡Eso no va a entrar en mi!
Hanna Estamos entrando en el apartamento de Jason y Dios, no puedo creer que yo misma me haya puesto en esta posición, pero si soy del todo sincera estoy tan cansada de vivir a través de los demás, quiero ser por primera vez la protagonista de mi historia. Puedo notar que no soy la única que se encuentra nerviosa. Jason no dejó de darme miradas de reojo en todo el camino y ahora mientras deja las llaves en la mesita del recibidor puedo ver que se encuentra tenso, por lo que decido que puedo ser yo quien tome la iniciativa. Armandome de valor comienzo a caminar en su dirección y él al escuchar el repiqueteo de mis tacones pone toda su atención en mí, mi cuerpo está temblando de anticipación mientras que sus ojos, esos dos pozos azules siguen cada uno de mis movimientos. Cuando estoy a menos de un metro de distancia, me saco los tacones y llevo mis manos al inicio de mi top, viendo cómo de inmediato sus ojos se oscurecen. —Hay… Hay marcas en mi cuerpo— digo, aún con las manos puesta
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37. Él me odia
Jason Hanna está dormida en mi habitación llevando únicamente una sábana sobre su cuerpo y señor amado, tuve que salir de la cama para poder dejarla descansar, porque las ganas de ella parece que no acaban nunca. Aprovecho que aún es temprano y reviso nuevamente toda la información que tengo sobre el robo de mi padre a la empresa, aún no he decidido si debo o no hablar del tema con el abuelo, sin embargo sé que si debo ir tomando medidas legales, por lo que decido llamar a Alex. A la cuarta sonada contesta el celular. —Más te vale que me estés llamando desde la cárcel o que alguien se haya muerto, ¡Porque son las malditas siete de la mañana y tengo una mujer en mi cama!— Alex está gritando desde el otro lado y yo solo puedo sonreír, porque esto de dañarle los polvos se está volviendo costumbre. —Continúo en libertad y hasta ahora todo el mundo está vivo— le digo, escuchándolo maldecir desde el otro lado—Sin embargo, puede que sí vaya preso dentro de poco porque estoy a punto de ma
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38. ¡No te atrevas a gritarle!
Hanna No sé qué es lo que le han dicho en esa llamada, pero Jason está muy pálido mientras lo veo moverse de un lado a otro del apartamento. Yo me he quedado quieta en mi lugar, simplemente viendo como él ha tomado su cartera y ahora está agarrando las llaves del auto. Cuando veo que se dirige a toda prisa hacia el ascensor, es que decido intervenir. —Jason, ¿qué ocurre?— le pregunto, notando su expresión tensa. Él al escucharme se gira de inmediato hacia donde estoy y veo como cierra sus ojos con fuerza por unos segundos, antes de caminar a paso acelerado hasta mí. —Lo lamento, gatita— me dice tomando mi rostro entre sus manos y dejando un beso en mi frente— He olvidado por completo que estabas aquí, es que…. Veo como niega con la cabeza y su quijada se aprieta. Las manos que sostienen mi rostro están temblando y eso solo hace que empiece a pensar lo peor. —Jay, puedes confiar en mí, ¿Qué ocurre?— le digo en un susurro. Cuando sus ojos azules están nuevamente sobre los míos, s
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39. Vienes a vivir de inmediato conmigo
Jason Tengo el corazón en la boca mientras entro en la habitación donde el abuelo se encuentra. Y verlo en esa cama, con el respirador y los cables en su cuerpo hacen que me sienta totalmente impotente. Él al sentirme entrar, gira lentamente su rostro hacia la puerta y me regala, cómo puede, una sonrisa que yo no dudo en corresponder. —Me has dado un susto de m****a, viejo.— Le digo y veo como su sonrisa se hace más grande. Sin embargo, me alarmo cuando veo cómo sus manos van directo al respirador para retirarlo. — ¿Qué haces? — estoy prácticamente corriendo hasta él, pero es inutil porque ya lo ha retirado. — Estoy bien, no necesito aparatos para respirar— dice, pero puedo notar que le cuesta un poco hacerlo. — Acabas de sufrir un infarto— digo, tratando de mantener la calma— si los médicos dicen que lo necesitas, entonces así es. El viejo pone los ojos en blanco y dejándome más preocupado que nunca pone la máscara a un lado y palmea la cama invitándome a acercarme, por l
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