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Todos los capítulos de Una rubia para el CEO: Capítulo 41 - Capítulo 50
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40. No voy a dejar que vuelvan a lastimarme
Hanna —Vamos a recoger tus cosas, te vas a vivir de inmediato conmigo. Ni siquiera puedo terminar de asimilar lo que Jason acaba de decir porque entonces él comienza a caminar directo hacia el interior del edificio, mis ojos están muy abiertos mientras comparto una mirada con Steph, que parece tampoco poder salir de su asombro, hasta que finalmente me grita. —¿Qué demonios estás esperando? ¡Vamos! Llego hasta él justo en el instante en que está entrando en el ascensor y puedo notar como todo su cuerpo destila rabia. Desde su quijada apretada, sus manos hechas puños hasta su mirada salvaje. Él está muy enojado. Steph y yo entramos a su lado y tengo que tragar saliva cuando sus ojos azules y llenos de furia se posan en mí. Sin embargo, mi amiga salva el momento. —Soy Stephany— dice, extendiendo una mano hacia el pelinegro—La mejor amiga de Hanna y quien te partirá las bolas como decidas lastimarla— agrega con una sonrisa en el rostro. Yo solo puedo cubrir mis rostro con ambas mano
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41. Sabes sacar las garras, gatita
Jason Subo las pocas cosas de Hanna que sobrevivieron en el auto y veo como ambas amigas se funden un abrazo, antes de que la rubia comience a caminar hacia mi y la castaña se despida a lo lejos antes de subir a su auto. Hanna deja salir un gran suspiro y veo que mira con tristeza hacia el pequeño apartamento que ahora tiene las ventanas selladas con cintas policiacas. Dios, no quiero ni imaginar qué pudo pasar si Hanna no hubiese pasado la noche anterior conmigo, solo imaginar que ese mal nacido estuvo a punto de encontrarla sola e indefensa hace que me hierva la sangre. —Vamos, gatita, es hora de irnos.— le digo, y trato de darle una sonrisa tranquilizadora que ella me regresa mucho más pequeña. Una vez en el auto el silencio reina entre los dos, pero no es un silencio incómodo, supongo que simplemente cada uno está tratando de asimilar toda la m****a que acaba de pasar. Entonces se me ocurre que puedo buscar la forma de distraer un poco la rubia, por lo que sin pensarlo demasiad
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42. Te quiero
Hanna Estoy viviendo con Jason. Dios amado, ni siquiera se ha terminado de cumplir el primer mes y ya está habilitando cajones de su closet para mí. No sé cómo demonios es que hemos llegado tan lejos, pero lo cierto es que aquí, a su lado, me siento más segura que nunca. En especial luego de todo el desastre que acaba de ocurrir. —Muy bien, gatita creo que con este espacio será suficiente— me dice él, girando su rostro hacia el mío y yo solo puedo asentir como tonta. Es que, Dios, él ni siquiera parece molesto de tener que compartir su hogar conmigo, por el contrario, me atrevo a decir que parece entusiasmado, pero sé que no puedo hacerme ilusiones ni mucho menos acostumbrarme, y es justo por eso que me apresuro a decir. —Está perfecto, igual yo estaré buscando un nuevo lugar pronto, no quiero incomodar. Mis palabras consiguen que el ceño de Jason se frunza y sé que no le ha gustado ni un poco lo que acabo de decirle. —Yo no te estoy corriendo, Hanna. Puedes quedarte con calma
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43. No me pongas las manos encima
Hanna Llegamos al aeropuerto con el tiempo justo para el abordaje, sin embargo me quedo totalmente sorprendida cuando veo como Jason en lugar de dirigirse hacia la zona de embarque, camina hacia unas enormes puertas dobles que dan a lo que parece una pista particular. —¿A dónde vamos? Perderemos el vuelo— pregunto, mientras veo como él me lleva hacia el lado opuesto. Pero cuando Jason mira hacia mí y veo que me da esa media sonrisa endemoniada, entonces sé que sea lo que sea que esté planeando va a sorprenderme. —¿No creerás que vamos a viajar en un vuelo comercial, o si, gatita? No puedo evitar fruncir el ceño al escucharlo, porque al parecer algunas cosas no cambian, por lo que digo. —¡Estás siendo un pomposo! ¿Qué tiene de malo viajar en un vuelo comercial? Él deja salir una carcajada al escucharme y tira de mi brazo hasta tenerme más cerca y entonces rodea mi cintura con su mano haciendo que quedemos muy cerca. Su sonrisa no se ha ido ni un momento de sus labios y ¡Señor ama
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44. Dime lo que quieres y yo te lo daré
Jason Hanna va caminando a mi lado cuando nos bajamos del avión y aunque las cosas se habían puesto calientes y divertidas hace solo un momento, nada más bastó que pusiéramos un pie en tierras londinenses para que todo en la postura de la rubia cambiara. Puedo sentir su angustia y la tensión que irradia de ella, como si todo su cuerpo estuviera preparado para recibir un ataque y me jode. Me hierve la sangre solo de pensar que el simple hecho de estar en esta m*****a ciudad pueda alterarla de tal forma. Por lo que decido intervenir y hacer que se relaje. —Gatita, ¿estás lista para las vacaciones? Ella mira en mi dirección y ver como entrecierra sus lindos ojos, como si no confiara del todo en la inocencia de mis palabras, hace que la sonrisa en mis labios se haga más grande, porque eso solo me dice que ya me conoce lo suficiente. —Me da miedo contestar a esa pregunta —me dice y yo solo puedo reír, viendo como la esquina de sus labios también se levanta— Pero solo por curiosidad, ¿
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45. Traigo loca a tu hermana
Hanna Las grandes puertas del hospital principal donde estoy pagando el tratamiento de Chris se alzan sobre mí. Tengo el corazón latiendo muy fuerte dentro del pecho y es que hace ya casi tres años que no veo a ninguno de los dos. Desde que me fui a Estados Unidos solo vine a visitarlos una sola vez y las cosas no salieron del todo bien, pues mi madre, pese a todo lo que hemos vivido, sigue teniendo ciertas aptitudes que no va a cambiar y que me lastiman, por lo que nuestra relación se ha mantenido únicamente por celular, hasta ahora. El lindo empaque del regalo que Jason le ha comprado a Chris, una figura de acción de uno de esos superhéroes de moda, se está arrugando entre mis manos mientras las estrujo con nervios, dándome fuerza para entrar. —¿Todo bien, gatita?—Jason me está viendo con curiosidad y Dios, verlo solo hace que recuerde lo que hicimos hace poco y de inmediato me sonrojo, consiguiendo que él sonría. —Si, si, solo estoy nerviosa. —¿Hace cuánto no los ves? Su preg
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46- Estoy en tus manos
Hanna — ¿Qué estás haciendo aquí? Mamá me mira desde la puerta de la entrada y lo único que puedo hacer es regresarle la mirada, antes de decir: —Hola, mami.— le digo y veo como sus labios comienzan a temblar, haciendo que mi voz se rompa un poco cuando le digo— He venido a verlos. En menos de un segundo mi madre ha atravesado la habitación y ahora me tiene envuelta en un abrazo, que aunque reconfortante, también es agridulce. —¡Oh, Hanna, debiste avisarme que vendrías! —me dice, antes de separarse de mí y verme con ojos entrecerrados antes de agregar— ¿Cómo has conseguido dinero para el vuelo? ¿Dónde te estás quedando? Trago con fuerza porque sé que aquí es donde las cosas empezarán a ponerse verdaderamente incómodas. —Bueno, ha sido una invitación en realidad. Nada más decir aquello veo como mi madre frunce el ceño. —¿Invitación de quien? —Mía— la voz gruesa y varonil de Jason hace que mi madre gire de inmediato el rostro, solo para ver a Jason al otro lado de la cama de Ch
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47. ¿Todo bien, gatita?
Jason La semana en Londres se ha ido volando, la gatita se ha tomado muy en serio su papel como guía turística y aunque me encanta hacerla rabiar diciendo que ya conozco los lugares a los que me lleva, no voy a mentir, me he divertido muchísimo, en especial cuando regresamos al hotel y me pierdo en su cuerpo. Cada día que pasa me asusta más el rumbo que está teniendo la relación con Hanna, mañana se cumple el mes del contrato y yo lo único que puedo pensar en que no quiero que lo que tenemos termine y eso no debería pasarme. Por otro lado, aún no le he hablado del tema del matrimonio, es que ¡Por Dios! No tengo idea de cómo empezar a hablar de ello, pero supongo que al regresar a Los Ángeles debo hacerlo. Sé que el abuelo no va a dejarlo pasar. Sin embargo, mientras eso pasa voy a enfocarme en disfrutar este viaje, y ahora estamos a solo horas del dichoso reencuentro de egresados y solo puedo pensar en lo mucho que me voy a divertir viendo la cara de esos hijos de puta cuando los
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48. Solo quiero irme
Jason Todo sucede tan rápido que apenas tengo tiempo para asimilarlo. Los rostros de los malnacidos que hicieron daño a Hanna aparecen en los televisores, y el caos se desata en la sala. Gritos, murmullos y expresiones de sorpresa llenan el ambiente. El impacto de mis palabras y la revelación de la verdad ha sido como una bomba que ha explotado en el lugar. Hanna está a mi lado, sosteniendo mi mano con fuerza. Puedo sentir su tensión y la determinación en su mirada. Estoy orgulloso de ella por enfrentar su pasado y no dejarse amedrentar. Sin embargo, también puedo percibir algo más en sus ojos, una sombra de preocupación. La reacción de los malnacidos no se hace esperar. Uno de ellos, el rubio de medio pelo que marcó a Hanna, responde con arrogancia y desprecio. Intenta burlarse y amenazarnos, pero ya no me importa lo que diga. Estoy decidido a hacerlos pagar por lo que le hicieron a Hanna. —¿Se supone que eso debe asustarme?— dice el idiota señalando la pantalla y veo como sonrí
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49. Haz lo que tengas que hacer
Hanna Nunca, desde que conocí a Jason había habido un silencio tan incómodo entre nosotros como el que hay ahora. Vamos sentados lado a lado en el auto rumbo al hotel en el que nos estamos quedando, mañana es nuestro último día en Londres y me enoja que un viaje que había ido tan bien se haya arruinado. Y quiero, realmente quiero, que lo que ha pasado no me afecte, pero no puedo. Ver como todo lo que me hicieron estaba de boca en boca, la mirada condescendiente del detective y las promesas inalcanzables que piensan hacer ahora para revivir algo que simplemente quería superar me están abrumando. Cuando llegamos soy la primera en bajar del auto, no corro pero tampoco lo espero cuando me encamino hacia el interior del hotel directo al ascensor. Puedo escuchar la maldición que Jason deja salir a mis espaldas y como se apresura para alcanzarme. Y Dios, a pesar de todo, de mi enojo y el dolor, sé que él hizo todo con la mejor intención, Claro que lo sé, simplemente no fueron las formas.
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