Estábamos en el aeropuerto de la ciudad esperando el arribo de Rose, sus hijas y Louis. Estaba preocupada por mi amiga, seguramente vendría destrozada y sin ánimos de nada, pero allí estaba yo para acompañarla en ese momento de gran dolor, pues había vivido en carne propia lo que era perder a un marido de un momento al otro y la depresión que me había atrapado por varios meses.—Se anuncia la llegada del vuelo 4829, proveniente de la ciudad de Londres, Inglaterra, en la puerta cinco —dijo la voz de una mujer por los altoparlantes del aeropuerto y luego repitió esto en inglés. Nosotros ya estábamos en esa puerta con mi esposo, Chester, Allison, los gemelos y sus respectivas esposas. Dante se había quedado estudiando para los parciales y Gaeil se había excusado por una fuerte gripe que lo tenía postrado en cama.El aeropuerto había cambiado mucho desde que Kentin llegó de Kuwait; lo habían ampliado y ahora contaba con más puertas de embarque y recibía más de mil vuelos mensuales. Sin lu
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