Luego de una semana de viaje por tierra, pasamos por Chivay, Puno, Cuzco, Chalhuanca y Nasca... Y finalmente llegamos a Lima, y pese a que extrañaba mucho a mi amiga, agradecía que Rose se haya tomado el vuelo directo hasta la capital del Perú, pues habría tenido que escuchar sus quejas cuando no conseguimos hospedaje en Chalhuanca y tuvimos que acampar en el patio trasero de la casa de una familia, que muy amablemente nos ofreció esa opción mientras hablábamos en una gasolinera, intentado encontrar un lugar dónde nos reciban a todos; pero en todos lados pasaba lo mismo: No había habitaciones para todos nosotros. La otra opción había sido que nos separemos en distintos hostales pero nos salía mucho más caro que quedarnos todos en un sólo lugar.Pero por suerte, los Quispe nos ayudaron y nos ofrecieron un baño limpio, agua caliente y comida. Aunque... No todo lo que brilla es oro, y cuando la limosna es demasiado grande, hasta el santo desconfía: Chalhuanca no me gustó para nada, y men
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