—Yo podría... encargarme de ti de ahora en adelante, Susan —me dijo Adam, aun abrazándome, apretándome entre sus brazos cómo si nunca fuese a soltarme. Permanecí quieta, pues no sabía cómo reaccionar. Mi vida acababa de derrumbarse frente a mí, y ahora él me confesaba estar enamorado de mí, justo en el momento más inoportuno y doloroso en mi vida. —Susan, quiero decirte tantas cosas... —agregó, estrechándome contra su cuerpo, calentando mi helada ropa—. Quiero decirte muchas cosas que he reprimido por tanto tiempo... Por favor, Susan... Sin dejarlo decir más, luché y rompí su abrazo. Lo miré con ojos húmedos. —Adam, hoy no... Aun no digas nada, te lo ruego. Solo... quiero descansar, dormir y dejar de pensar... En sus ojos celestes vi una añoranza por mí, y sus sentimientos que por fin podía expresar. Al fin fui capaz de ver lo que Vanessa había querido decir, al fin vi la pasión en él y el amor que me tenía. —Por favor... —le supliqué—, solo llévame contigo y no permitas qu
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