¿Cómo podría decirle al señor Bastián que, gracias a mi estupidez, le había contado todo sobre nuestro falso matrimonio a un traidor y ambicioso tipo, y que ahora él me amenazaba con revelar ese secreto? Se enfadaría aún más, posiblemente terminará abandonándome y destruyéndome. Después de todo, ya lo había dicho una vez antes: “... Este matrimonio es una arriesgada apuesta que hice para salvar mi empresa y reputación, por lo tanto, no puedo dejar que hagas tu gusto y vivas como te plazca. Como mi mujer, no debes cometer errores que puedan afectarme, ¿lo entiendes? ..." Yo ya había cometido un error, había fallado, y sí él lo sabía, me haría pagar por ello. —¿Y bien, vas a decirme por qué carajos te he encontrado en este sucio bar, acompañada de ese imbécil? —insistió, con la mirada cada vez más fría. Con la boca seca y el pecho agitado, solo pude volver a cerrar los labios y mantenerme quieta, de nuevo en silencio. No podía hablar, solo era capaz de pensar en la advertencia que m
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