GRACIAS POR LEER Y SEGUIR MI PERFECTO MATRIMONIO COMENTA EL CAPITULO, TE LEERÉ CON GRAN GUSTO. Lamento haberte hecho esperar por actualización, a partir de este punto subiré diario un capítulo nuevo. Gracias por la espera, espero sigas la historia hasta el final.
¿Cómo podría decirle al señor Bastián que, gracias a mi estupidez, le había contado todo sobre nuestro falso matrimonio a un traidor y ambicioso tipo, y que ahora él me amenazaba con revelar ese secreto? Se enfadaría aún más, posiblemente terminará abandonándome y destruyéndome. Después de todo, ya lo había dicho una vez antes: “... Este matrimonio es una arriesgada apuesta que hice para salvar mi empresa y reputación, por lo tanto, no puedo dejar que hagas tu gusto y vivas como te plazca. Como mi mujer, no debes cometer errores que puedan afectarme, ¿lo entiendes? ..." Yo ya había cometido un error, había fallado, y sí él lo sabía, me haría pagar por ello. —¿Y bien, vas a decirme por qué carajos te he encontrado en este sucio bar, acompañada de ese imbécil? —insistió, con la mirada cada vez más fría. Con la boca seca y el pecho agitado, solo pude volver a cerrar los labios y mantenerme quieta, de nuevo en silencio. No podía hablar, solo era capaz de pensar en la advertencia que m
Y, por último, recordé la manera en que había alucinado, creyendo haberme encontrado con Israel, cuando en realidad había sido alguien muy diferente. Alguien muy distinto, un hombre con el que ahora estaba casada y esperando un bebé. ¿Mi vida después de esa fiesta, era resultado de esa droga? —Susan, si no fue tu elección consumir esa droga, significa que alguien más te obligó a hacerlo —dijo mi marido, y fue un eco de otro temor mío—. Dime, ¿quién te ofreció esa bebida en la fiesta? ¿Quién me dio la bebida? Pensé con una exhalación, aún no era capaz de recordar mucho de esa noche. —Susan, debes decirme quién estuvo contigo en esa fiesta, antes de que tú y yo nos encontráramos. ¿Quién te acompañó esa noche? Cerré los dedos en su traje e intenté desesperadamente tratar de recordar, pero por más que lo intenté no pude lograrlo. Y finalmente él también se rindió y decidió llevarme de vuelta a casa. —Por hoy descansa, después recordarás qué pasó esa noche —dijo quitándose el saco pa
“... Quería vomitar, sacar todo ese alcohol de mi sistema y volver a mi casa...” Desperté en los brazos de Gabriel con una exhalación y miré a la nada por un momento, aun procesando lo que acababa de soñar, mejor dicho, de recordar. —Fue Nora —exhalé, aun mirándola ofrecerme esa bebida—. Nora me hizo beber ese trago. Pero... Entonces recordé al chico en la barra, quién preparaba los tragos para el resto, era uno de los muchos amigos de Nora y compañero de clases. Él me había guiñado un ojo y... —Y la bebida iba de su parte —completé en un susurro, hundiéndome en la cama, entre los brazos de mi esposo dormido—. Él se la dio a Nora, y ella me la ofreció sin saber qué era lo que contenía. En mi cabeza, estaba todo lo que había ocurrido en la fiesta, pero solo hasta la parte donde la bebida había comenzado a hacerme efecto. ¿Qué había pasado después? ¿Había ido directamente a la habitación del señor Bastián? ¿O tal vez había ocurrido algo más que aún era incapaz de recordar? Lo úni
Después de la primera ecografía y haber escuchado el latir del corazón de nuestro bebé, las cosas entre Gabriel y yo mejoraron bastante, nuestro matrimonio se tornó en algo muy real y lleno de momentos que me hacían desear que todo siempre se mantuviese así, eternamente perfecto. Por las mañanas, despertaba junto a mi esposo y desayunábamos juntos, luego le ayudaba a ponerse el traje y él me llevaba a la universidad para después irse a la empresa. Y a mí me gustaba mucho esa rutina entre los dos, me gustaba verlo feliz a mi lado, verlo animado y sonreír cada que nos veíamos. Dejé de pensar en la droga y en el chico que me la había dado, y solo me concentré en disfrutar la vida que había resultado de ello. —Enviaré a alguien a recogerte —me decía Gabriel siempre y bajaba conmigo del Bugatti, para acompañarme hasta el campus—. No vayas a ninguna parte, por favor —se despedía dándome un beso. Parecía ser un hombre muy diferente al que conocí aquella vez en mi departamento, ya no era d
Cuando cumplí 20 semanas de embarazo (5 meses), ya creía tener la vida perfecta y el matrimonio más sólido, duradero y feliz en la tierra. Los últimos detalles de la gran casa se dieron por terminados y yo me ocupé personalmente de preparar la habitación de mi bebé, ubicada justo al lado de la recamara donde dormíamos mi esposo y yo. A unos días de acudir a mi segunda ecografía de mi segundo trimestre de embarazo, compré una hermosa cuna blanca, una mecedora y me entusiasmé llenando mi guardarropa de diminutas prendas para mi bebé. Aun no quería saber el sexo, pues quería mantener la ilusión hasta su nacimiento, pero traté de comprar lo necesario para darle la bienvenida a mi primer hijo o hija. Me emocionaba salir de la universidad para visitar tiendas de bebés junto a Gabriel, y él no dudaba en comprarme cualquier cosa que yo creyera necesaria. Así me hice de cosas para el baño, moisés, coches de paseo e infinidad de accesorios que almacené con cariño en la habitación de mi bebé.
“La primera esposa del inversionista Gabriel Bastián, un matrimonio de 6 años...” Después de leer ese título por doquier, en notas de mi universidad y revistas empresariales, salí de la cama y me arrastré torpemente hasta la habitación de mi bebé. Pero cuando quise entrar, no pude. Solo observé desde la puerta la cuna, las paredes de suave color blanco, los cojines y, en un pequeño cuadro, el primer vistazo de mi bebé en la ecografía... “... Siento algo real por ti, Susan. Me estoy enamorando de ti, y creo que dentro de poco te amaré más que a mi vida. A este paso, Susan, harás que te ame con locura. ¿Cómo has logrado eso? ...” Recordar lo que me había dicho solo un par de noches atrás dolió como nada en mi vida. Me hizo temblar y sentirme aturdida, dolida, confusa, engañada... ¿Cómo había podido creerme todo eso? ¿Cómo había ignorado el tema del penhouse y los anillos en él? “... ¿Por qué no podemos vivir allí? Había preguntado cuando me hizo vivir en una casa aun en const
Me abracé a su cuello y me balanceé aceleradamente sobre él, al borde del clímax, pero incapaz de detenerme. Él mantenía una mano en mí nuca y la otra en torno a mi cintura. Notaba su piel caliente y resbaladiza, igual que la mía a causa del sudor. También notaba su sexo clavarse muy profundo en mí, aun erecto y firme a pesar de las veces que ya me había hecho correrme. Sabía bien que no estábamos en los mejores términos, pero eso no quitaba en absoluto el placer que sentía desde dentro. —Veo que estabas tan necesitada como yo, preciosa —comentó con una sonrisa en la voz, a la vez que bajaba ambas manos por mi figura hasta dar con mi trasero. Jadeé en su cuello. —No sabes cómo me fascinas —susurró agitadamente. Me apretó las nalgas y me impulsó a montarlo más rápido y fuerte. Yo me apoyé en sus anchos hombros y sin dejar de ver ese rostro excitado y apuesto como ningún otro, salté sobre su sexo sin piedad, montándolo más duro y deprisa. Mis senos brincaban a la par de mi cuerpo y
Desde el interior del Bugatti y al cuidado de un empleado, observé a mi esposo y un grupo de sus hombres entrar a la casa donde se escondía Israel. Pero para mí total conmoción, esa casa era muy conocida para mí, pues había pasado varias noches en ella. Y la conocía tan bien como mi departamento. Era la casa de Nora. Israel llevaba días ocultándose en la casa de mi amiga. —Debo ir... —dije tirando de la manija de la puerta, pero estaba asegurada—. Necesito saber por qué... se ocultó aquí. El empleado me miró con preocupación. —Lo siento, pero el señor Bastián... Agité la manija, tirando de ella una y otra vez. Yo necesitaba saber, debía saber por qué él se había ocultado allí. Necesitaba ver a Nora y averiguar la verdad. —Déjame salir, necesito entrar allí... —Lo siento, señora —dijo el chico apenado, pero sin quitar el seguro—. Mi jefe me despedirá si lo hago. No puedo dejarla entra allí. Lo miré desde el asiento trasero. Sabía que él solo seguía órdenes de mi marido y