Diez días más tarde, Hiroshi estaba tenso y tenía ganas de estrangular a alguien o más explícitamente a la metiche de su hermana.Siempre había estado absorto con sus metas, pero entonces contrató a Aiko para gestar a su bebé, y desde ese momento su brújula no apuntaba al norte, sino a ella. Había tantas cosas que debían arreglar entre ellos, pero le era imposible, porque la metiche de su hermana no los dejaba a solas.Sofía se había mudado con ellos, y acaparaba la atención de su muñequita todo el día, e incluso durante la noche. Hacía días que no cenaban juntos, porque su hermana pedía que les sirvieran la cena en la habitación de Aiko.Aquello reavivó su ira.¿Cómo podía convencer a Aiko de quedarse a su lado luego de que el contrato de surrogación terminara, si Sofía no dejaba de interponerse entre ellos?Sí, estaban casado, y sí, Aiko era su esposa legalmente, pero eso no le daba seguridad ninguna de nada.Empujó su plato, había perdido el apetito por completo.Una mujer como
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