El momento no dura mucho, tristemente, porque antes de que pueda saborearlo lo suficiente, su celular suena y ambos bufamos con evidente molestia, lo que me hace reír bajo. -Lo siento, por mucho que quería hacer eso, el deber llama. Hay que hacer que esto se vea real si queremos que funcione, ¿no? -Sí, lo sé. -Esto no queda aquí… -Ya lo veremos, jefe. Sonriendo de lado, me volteo mientras él atiende la llamada y me río bajo cuando se queda mudo por un instante, porque sé que se fijó en mi trasero. Es su culpa, él me compró ésta ropa, ¿no? Sabía cómo me quedaría, así que ahora tendrá que aguantarse. Salgo de su oficina y me coloco en el escritorio, empezando a acomodarme al tiempo en que me familiarizo con todo lo que él me explicó del funcionamiento, viendo que hay algunas cosas que se podrían optimizar. Revisando su agenda, empiezo también a anotar todo lo que recuerdo de la agenda de mi padre. Muchas de las citas ya pasaron, pero eso no importa, el punto es saber quiénes so
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