Observo el enorme edificio frente a mí y aunque sigo creyendo que la idea de Gianluca es una locura, cruzo el lobby y me acerco a una de las recepcionistas. Como es lógico, no me dejan subir, por lo que llamo directo a Aaron. —¿Dónde estás? —inquiero en cuanto mi hermano responde su móvil. —En mi trabajo, ¿por qué? —pregunta con desconfianza. —Perfecto, entonces diles que me dejen subir. —¿A dónde? ¿Dónde estás? —inquiere en un susurro del otro lado. —A tu piso, estoy en tu trabajo. —¿Qué haces aquí? —Con un demonio Aaron, apresúrate que necesito ir al baño. —Eres como una plaga —se queja, sin embargo, cuando suena el teléfono de la recepcionista escucho como les da la indicación de que me dejen subir, por lo que sonrío satisfecha—. Aquí te espero —me informa antes de cortar la llamada. —Puede subir, señorita. Lo lamento, no sabía que es hermana del señor Lewis. —No se preocupe, a mí me da pena tener que exhibir nuestro parentesco, pero en este momento necesito de él —la rece
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