—¡Marcello! ¿Qué te sucede? —se queja mi jefe cuando todos lo miramos y nos damos cuenta de que se ha puesto de pie y está rojo del coraje. —Lo que sucede es que si esta… señora, desea un café o un té, ella es bastante capaz de ir por él. La señorita Reyyan es tu asistente y no tiene por qué cumplir los caprichos de alguien que se cree una diva cuando es más que obvio que no lo es. Si tanto desea que alguien la atienda, que se busque su propia asistente, además, mi amazona está embarazada y no tiene por qué salir del edificio exponiéndose ella y su bebé. »Otro día, cuando no esté esa mujer, revisamos esto con calma. Señorita Reyyan, tome sus cosas, hoy trabajará conmigo. —No te atrevas Marcello, ella es mi asistente y además tú tienes a Gianluca. —Se me olvido decirte que hoy necesito dos asistentes, así que me llevaré a la tuya, dado que es muy competente en todo lo que hace. Por cierto, creo que hoy tu novia podría intentar trabajar como tu asistente con eso de que no se despega
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