Accionista mayoritario

El sonido de un móvil nos hace darnos la vuelta y cuando vemos a la bruja rubia, contengo el aliento, mientras mi amigo aprieta mi mano con temor de que ella nos haya escuchado, no obstante, sigue de largo hasta la oficina de mi jefe ignorándonos en todo momento y al cabo de unos segundos sale con su bolso bajo el brazo, dado que lo olvidó por casi salir corriendo.

—No te preocupes, estoy bien. Ahora bajo, tu tío no está aquí —responde aun sollozando.

Gianluca y yo la observamos hasta que sube al ascensor y ambos nos permitimos lanzar un pequeño suspiro de alivio.

—¡Maldición! ¿Crees que haya escuchado algo? —inquiero preocupada.

—No, de lo contrario hubiese armado un escándalo. Esa mujer no me da buena espina —murmura, apretando los labios en una fina línea—, además, tiene algo que me desagrada.

—A mí tampoco me agrada. Desde el primer día que nos conocimos me mira como si fuese superior a mí. ¡Se atrevió a llamarme baratija! —me quejo en un chillido.

—¡¡Esa brujer del demonio!! Mira
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