René ChapmanRegresar a la casa, tras un largo día en la oficina y encontrar una escena como la de hace un momento, en verdad resultaba molesto para mí.—¿Se presentó en la oficina? —Sus cejas se arquearon.—Estaba fuera de sí. Gritó, pataleó y destrozó toda mi oficina.—Oh, por Dios. —Llevó una mano a su boca—. ¿Qué harás al respecto?—Contactaré a su abuelo, supongo. Una persona en su estado, no debería andar por ahí sin supervisión.—Y, ¿Tú estás bien? —Me examinó—. Claro, físicamente.—Si —espeté, restándole importancia.—¿Hay algo más que te esté molestando en este momento?—Tu cercanía con la empleada, pero decirlo una vez más, ya rozaría en lo repetitivo. Tampoco es mi idea casarte, diciendo lo mismo una y otra vez.—Amor…—Iré a ducharme después de ver a mi hija. —Le di un corto beso en los labios—. ¿Me acompañas?—Si. Voy en un momento —dijo.Tabby estaba en su cuna, durmiendo la que parecía ser su décima siesta de la tarde.Tomé una de sus pequeñas manitos, sonriendo con nos
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