Tienes mi apoyo

Ivette Russell

Caminé de un lado a otro, como si de un león enjaulado se tratase. Estaba ansiosa, pero no por el hecho de que Julius estuviera a solas con Clarissa, sino, porque quería encarar a mi esposo.

¿Cómo pudo hacer una cosa así de baja?

¡Me prometió que la dejaría en paz!

—Ivette. —Jul me asustó, apareciendo de repente en mi pequeño despacho.

—¿Puedes entender la gravedad de todo esto? —Llevé ambas manos a mi cadera.

—Lo lamento. —El nudo de su garganta subió y bajó—. Jamás quise involucrarme así con tu empleada.

—Ay, por favor. —Coloqué los ojos en blancos—. ¡Ya deja de mentir! —señalé—. Sé perfectamente que tenías no idea de lo que estaba pasando, hasta que llegaste y te encontraste con este teatro.

El hombre miró por encima de su hombro, como comprobando que estuviésemos solos.

—Ivette, por favor. —Juntó sus manos, a modo de súplica—. No se lo digas a Clariss.

—¡Esto es insólito! —bufé, fulminándolo con la mirada.

—Se sentirá muy mal si se entera de algo como esto.

—En verd
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