René ChapmanGiré el pomo de la puerta, y tal y como lo imaginé, la misma estaba sin seguro.Dudé antes de dar el primer paso, pero lo cierto es que terminé haciéndolo.Si ya había venido hasta acá, ¿Por qué flaquear?—Adelante, te he estado esperando.Fruncí el ceño, tratando de recordar dónde había oído esa voz antes.Un hombre tan alto y fornido como yo, apareció de la nada.—¿Quién eres tú? —pregunté, adoptando una postura defensiva.—Eso es lo que menos importa ahora, presidente Chapman.Sí, eso es.Aunque había pasado algún tiempo desde ese momento y en verdad estaba ebrio, podía recordar perfectamente de quién se trataba:El mismo tipo que me atacó a la salida del bar.—Entonces, Roa recurrió al mismo matón de siempre, para hacerse cargo de esto también.—Veo que me recuerdas —sonrió de oreja a oreja.—¿Dónde está Grace? —demandé saber.—Grace, Grace. Hmmm... —Parecía que en verdad lo estaba pensando—. No, la verdad es que no conozco a ninguna Grace.—Imbécil —escupí—. ¿Crees q
Ivette Russell—¿De qué diablos estás hablando? —Abrí los ojos como platos.El hombre me escrutó por mucho más tiempo del que puede considerarse cortés.—Puede que René sea mi mejor amigo, pero aun el abuelo sigue siendo mi jefe inmediato. No puedo saltar una orden directa, si es él quien lo pide.—¿Q-que… que ha hecho qué? —medio grité.—Lo siento, Ivette. —Suspiró—. He de confesar que cuando me lo pidió me sentí un poco ansiosos y tal vez… culpable. Pero después de haber descubierto tales cosas, me sentí mucho mejor.Julius no paraba de hablar y a mí todavía me resultaba imposible procesar una de sus palabras. ¿Cómo es que se me está viniendo a bajo la fachada que yo tanto me he esforzado por mantener?, ¿Cómo es que el abuelo de mi esposo tuvo los santos cojones para hacer una cosa así?»—Termina de procesarlo y después, toma la mejor decisión —espetó.—Espera —dije con apremio—. ¿Aun no lo sabe?, ¿Aun no le dices lo que descubriste?—No. —Cabeceó—. He estado evadiéndolo todo este t
René ChapmanMás que inquieto, ese último comentario me ha dejado realmente curioso.—¿Está segura de lo que me dice?—No tendría razón para mentirle...La miré de mala gana.»—Esta vez digo la verdad, lo prometo.—No creo en promesas vacías —bufé—. Si quieres remediar algo de lo que hiciste, entonces quédate conmigo. Acompáñame a entrar en esta fulana habitación.—Y-yo... —Titubeó.—¿Tienes algún problema con ello? —enarqué una ceja.—Ya he hecho mucho con entregarle las indicaciones, por favor, no me pida que le acompañe ahí dentro.—¿A qué le temes? —Sonreí con sugestión—. ¿Acaso eres testigo de algo?—Yo... yo, no.La miré con desprecio.—Lárgate mientras puedes —escupí —. No te atrevas a toparte en mi camino, porque en ese caso, no dudaré en aplastarte.La mujer palideció y yo no sentí ni un poquito de culpa.¿Por qué debería sentir un ápice de remordimiento cuando ellos no sientes ni son ni culpa?La mujer y yo tomamos direcciones diferentes. Ella, a esconderse en su madriguera
Ivette RussellMe acurruqué con mi hija en el rincón mas alejado de la habitación.Tabatha no paraba de llorar y yo no sabía cómo controlarla.—Busquen la llave o tiren la puerta.Con los gritos y el ajetreo, se me hacía un poco complicado saber quien era el responsable de todo ese escándalo.—Ya, bebé, ya… —Sequé sus lágrimas—. Todo está bien, mi amor. Mamá está aquí.—Ma-má… —lloriqueó la infante.—Si, mi amor. Mami está aquí, es solo un poco de ruido, princesa. No pasa nada.—Papá…A la mención del último, mis ojos se llenaron de lágrimas.—Papá…¿Qué decirle a mi hija respecto a esto, si ni quiera sé si me entiende lo que le digo?En ese tanto, la puerta se abrió de golpe y yo di un respingo. Estúpidamente sentí algo de confort al ver que el ogro que estaba detrás de la puerta era el abuelo de mi esposo y no él.—Tú… —Me señaló con su bastón, de manera acusadora—. ¿Cómo te atreviste a embaucar a mi nieto de esa manera?Instintivamente, mis ojos viajaron a Julius, quien se encontra
René Chapman—¿Cómo está eso que ya no eres el presidente de la firma? —Quiso saber mi amigo.—Pues, así como lo oyes. —Suspiré—. Causé muchos problemas, este escándalo no solo afectó mi vida personal, sino que también a la empresa.—Eso es una mierda —dijo mi mujer, con mucha rabia—. ¿Cómo puede darte la espalda si eres su nieto?, ¡Su única familia!—En este negocio es importante saber poner límites, amor. No importa que yo sea su amigo, nieto o hijo. Sigo siendo el representante de un emporio… y les fallé a todos.—De verdad que no puedo creer lo fácil que cedes.—¿Qué esperas que haga? —dijo Jul—. ¿Qué se enfrente a su abuelo por el poder?—¡Que lo haga entrar en razón!Ambos la vimos con cara de obviedad.»—Bien, tal vez hacerlo entrar en razón es la cosa menos posible por ahora. Pero, ¿Qué hay de los medios legales?, concertaron una junta y tú, quien aun eras el presidente, no estuviste presente en ella.—En eso…—No. —Los corté a los dos—. Si bien es cierto que me he ganado cada
Ivette RussellMirar la frialdad en las acciones y palabras de René, sencillamente me dejó pasmada.—¿Entonces? —instó—. ¿Repentinamente se te han quitado las ganas de confesarme esa fulana verdad?—Y-yo… —Un nudo se había formado en mi garganta y lo que hasta hace un momento fue un ataque de valentía, ahora no se traduce en otra cosa que no sea cobardía absoluta.»—René. —Parpadeé unas cuantas veces, tratando de despabilarme.En serio estaba a punto de romper nuestra burbuja de amor, pero, ¿Qué pasará si es otro quien se lo cuenta?, ¿Qué pasa si un tercero utiliza la oportunidad para sembrar muchas más ira y discordia entre nosotros?—¿Hablarás ahora o te quedarás muda toda la noche?Me encogí un poco al presenciar lo severo de sus palabras.—Lo siento —aparté la vista—. Lo siento por todo, amor. Yo…—Ivette. —Tomó mi barbilla, obligándome a mirarlo—. No tengo ni puta idea de qué es eso que quieres decirme, pero si es tan grave como parece, entonces, por favor, no te atrevas a rehuir
René Chapman Estaba completamente cegado por el dolor, la ira y la desesperación. ¿Cómo pudo ser capaz de ocultarme una cosa así, después de todo el amor que me profesó?Entré a mi despacho, hecho un energúmeno. Aventé al pido, todo cuanto estuvo a mi alcance y hasta ahora, no me había podido importar menos el corte de mi brazo.¡Incluso estuve a punto de echar por la borda el cariño de mi abuelo!Una mujer como ella, no se merece ni una pizca de mi dolor, ni mi sufrimiento.Rebusqué en el interior de mi bolsillo, hasta dar con mi teléfono celular con la intención de llamar a Julius. Pero me quedé colgado, viendo la imagen de mi protector de pantalla:Ivette y Tabatha.Lancé el aparato con una fuerza desmedida, que sentí como algún ligamento de mi brazo se desgarraba.Peor aun.—Sr. —Una asustadiza voz, irrumpió en medio de mi tormenta.—¡¿Qué quieres?! —grité, provocando que la muchacha se encogiera sobre sí.—Sr. —Volvió a repetir—. Por favor, debe intentar…—¿Calmarme? —completé p
Ivette RussellLa conmoción que me produce todo esto, apenas y me permitía reaccionar a lo que en verdad estaba pasando a mi alrededor.—Sra.… —La cara de una muy abatida Clariss apareció en mi campo de visión.—Ivette —pronuncié—. Por favor, llámame por mi nombre.—Ivette —dijo y por fin la miré a los ojos—. El Sr. me ha echado de la casa.Cerré los ojos a la simple mención de él.»—No obstante, luego me ha pedido que no lo haga. Dijo que si me iba, usted se quedaría sola. ¿Sabe lo que eso significa? —espetó con entusiasmo.—Que quiere tenerte cerca para poder vigilarte.La sonrisa de la muchacha se desdibujó.—No, Sra… Ivette. —Se apresuró por corregir—. Lo que en verdad quiere decir con todo eso, es que aun se preocupa por usted. ¡Y esas son buenas noticias!—¿Buenas noticias para quién? —la miré con recelo—. ¿Para mí? —Reí con amargura—. No quiero que se preocupe por mí, Clarissa. Quiero que me odie y me aborrezca, de ese modo tal, vez, pueda lograr sentirme un poco mejor conmigo