Capítulo 7. Novecientos mil dólares.
Lo primero que hice después de tranquilizarme fue salir del gimnasio y dirigirme hacia la oficina de Rowan. En mi tiempo aquí me había enterado de que el tipo era algo así como la niñera, contador, ejecutor, manicurista… en fin, todo lo que pudiera necesitar Bastian. Así que estaba segura de que él podría decirme lo que necesitaba saber. -Adelante. – Dijo su voz al otro lado de la puerta cuando toqué suavemente. Abrí y me encontré con el lobo sentado frunciendo el ceño leyendo cualquier cosa que tuviera adelante. Levantó la vista hacia mí y me miró con curiosidad. -Hola, Rose. ¿Se te ofrece algo? Dentro de la manada solamente Chase, el señor Fred y Rowan me llamaban por mi nombre; todos los demás me llamaban “humana” a secas o “humana” con algunas variaciones sobre mi higiene personal, mi aspecto o mi lugar en la cadena alimenticia. A Rowan no podía considerarlo un amigo, pero al menos tenía educación y me hablaba como si ser humano no fuera como crecer entre desechos y enfermeda
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