(“Es duro perder a un elegido y todavía estoy luchando por esto, tu espada podría ser demasiado fuerte, pero también podría caer”) Alyan había entrado en la habitación de Romina para ver su sueño, tocó a la mujer y examinó las inscripciones de sus brazos, aún estaban algo oscuras y bastante inflamadas. Luego, se acercó a uno de sus oídos y le susurró: —No te dejes vencer, que el desamor no amargué tu alma —luego se alejó. Cuando se encontraba girando para dirigirse a la puerta de salida, un dolor intenso lo detuvo, comenzó a sentir como si un bisturí le rasgase los rabihats desde dentro; Alyan elevó sus brazos y observó cómo sus inscripciones comenzaban a abrirse en carne viva sangrando, al igual que los centinelas en su desarrollo, incluso más doloroso; conduciéndolo. Desorientado, salió de la habitación dando tumbos y, en un intento de controlar lo que le pasaba a su cuerpo, dejó salir su tercer ojo, pero fue inútil, no había servido para nada, solamente logró debilitarse aún m
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