Continué observando a través de aquellos ojos que me trataban de ocultar su descontento, hallé que evidencias de sentimientos humanos ascendían desde su interior hasta su superficie. —Tristán, yo traté de matar el dolor, pero lo que logré fue traer más… —Tristán me observó con irritación. —En este momento, Victoria, no estás siendo objetiva y deberás aprender muchas cosas para enfrentar a la bestia en tu interior. Una de ellas es aprender a pelear. —Durante esas palabras, pude percibir otra energía que nos atravesaba, cuyo ritmo ya reconocía: era Arantxa. —¿Qué está haciendo ella aquí? —pregunté con sorpresa. Arantxa me guiño un ojo. —Ayudar a este sensual hijo de la noche para sacar ese potencial que tiene en ti; te lo dije, es hora de que aprendas a defenderte. —Los ojos se tornaban rojos y sus labios sonreían con intensidad. —Es peligroso, nos pueden cazar —les recordé. —Tranquila, los dioses no harán nada, ellos nos ponen a prueba para ver hasta dónde somos cap
Adrián. Llegué a la hacienda, tratando de controlar mi ira y olvidar lo ocurrido, pero las circunstancias se me estaban complicando. Entré apresuradamente al santuario para ver a Alyan; allí se encontraba la abuela de Victoria y Romina, ambas lo rodeaban. Esta última, al verme, se dirigió hacia mí y me abrazó, luego depositó su cabeza en mi pecho como si se le hubiera olvidado todo lo que le había comunicado; no le negué el abrazo. Luego de un breve instante, la aleje de mí y me acerqué a Esther, quien observaba a Alyan con devoción. —¿Cuál es la situación actual? —No puedo mentir, está experimentando un dolor profundo. Luthzer lo está castigando con gran crueldad y él lucha por mantenerse vivo. Los centinelas deben hacer todo lo posible para ayudarlo, y si Luthzer logra pasar a Alyan a su bando, estaremos perdidos… Entraríamos a la era de la oscuridad eterna. Esther permaneció en silencio después de pronunciar dichas palabras, posteriormente observó a Romina. Yo compre
Victoria. Luego de mi primera práctica y de oír las palabras que me había dicho Arantxa, salimos a toda prisa hacia casa de mi abuela. Tristán venía conmigo y tenía la certeza de que mi abuela no deseaba verme con él, pero no disponía de tiempo para reflexionar sobre eso. Al cruzar el trayecto que me conducía hacia la vereda que nos adentraba a la casa, la hallé a ella obstaculizando el trayecto. Parecía distinta y no estaba sola. Cristian la acompañaba y vi una gema brillante en la frente del centinela. En aquel instante, Tristán comenzó a inquietarse, algo le causaba dolor. —¡Tristán, qué te pasa! —traté de ayudarlo. —Es el maldito centinela… Ha otorgado protección para evitar mi entrada a la propiedad. ¡Maldición, no creí que doliera tanto! —Tristán comenzó a tener espasmo, lo que me provocó salir del coche con rapidez. —¡Suficiente abuela, dile que se detenga! —Mis rabihats se encendieron en contra de mi voluntad. Sentí miedo y traté de calmarme —¡Déjalo Cristian, por
Mis ojos se derrumbaron en un recuerdo pasado de Estefanía que venía a mí; ese recuerdo me revelaba cuando ella vio a Adrián pasar por el mismo dolor que yo experimentaba al dejar aflorar en todo su esplendor su naturaleza centinela. —¡Aléjate de mí y vive en el mundo de los muertos a donde perteneces! —grité a Estefanía. —¿Cuál es la razón por la que me presentas estos recuerdos? Tú eres la causa de todo mi dolor. Estefanía acomodó su falda amplia para ponerse de cuclillas y así poder tocar mi rostro; en ese instante quería rechazarla. ¡Necesitada odiarla!, pero todos mis intentos fueron frustrados. Pude percibir la presencia de una conexión placentera entre sus manos en mi rostro, mientras ella aliviaba mis lágrimas. —No te enamoraste de Adrián por los recuerdos que te he legado, comenzaste a amarlo porque así lo sentiste, Victoria.… —Sus lágrimas ya comenzaban a surgir en sus pupilas.—Él ha sufrido mucho, por favor, sálvalo del exilio donde lo dejé. El milagro de que Adr
Adrián salió del trance y sus manos me soltaron; al hacerlo, cayó al piso desmayado, y yo también había caído arrodillada. Al verlo tirado en el suelo de aquel salón, gateé hasta llegar a su lado; ahora el pavor me poseía. ¡Qué diablos había sucedido! ¿Qué había hecho yo para que él quedara tan debilitado? Lo tomé y coloqué su cabeza en mis piernas, seguidamente comencé a acariciar su rostro. —¡Adrián reacciona! ¿Abuela, qué le sucede? Dime, ¡lo maté! —Ya comenzaba a entrar en pánico, vi en los ojos de ella que también estaba sorprendida. —Eres más fuerte de lo que imaginamos —manifestó sin quitar su vista de mí. Seguidamente, se nos acercó, y tomó una de las manos de Adrián, que ya comenzaban a regenerarse ante mi mirada. —Él vio lo que tú estabas viendo —susurró mi abuela mientras continuaba tomando la mano de Adrián para obtener imágenes de lo que él había visto en mí. —Arturo está dentro de ti, pero no solo eso. El poder que crece en tu interior es tan potente que absorb
—Pensé que estaba cayendo en la locura, incluso hoy tuve la oportunidad de ingerir una buena cantidad de ese infierno delirante, por el cual observaba a Estefanía abrazada a Arturo —Adrián sonrió con tristeza —. El demonio de los celos puede ser uno de los males más dolorosos, lo comprobé cuando en cada recoveco de mi mente llegaba su rostro sonriente. Sentía que ella se encontraba como si nada mientras yo me consumía con rapidez en el dolor más profundo. Después de un momento de agonía, Estefanía me liberó del peso frenético que estaba sobre mis espaldas. Ella aún me amaba y creí que la felicidad merecida llegaba finalmente a nosotros, iluso que fui. El destino nos tenía una sorpresa preparada. Esto solo había sido la antesala a mi abismo, a la muerte de mis sentimientos mortales, los cuales fueron usurpados más adelante únicamente por necesidades humanas que saciaba sin ataduras. Dado que mi corazón no tenía sentimientos, todo el amor que fui capaz de dar se había marchado con ella.
Muchos han atentado contra mi existencia sin éxito, los centinelas están clamando por ver mi cabeza rodar, deleitándose con la posibilidad de ver mi sangre oscura, derramarse. ¡Yo soy el último nacido del linaje maldito! El último Dios de una obra corrompida, enviado con el único propósito de desatar y esparcir mi maldición por la tierra, algo que inicialmente me negaba, pero que terminé por aceptar. En mi mente sigue persistiendo un nombre y su dueño es a quien quiero erradicar de una vez por todas y para siempre de este mundo, ¡matarlo hasta que no quede restos de su asquerosa existencia! Adrián, mi enemigo jurado, heredero de la sangre de nuestros antiguos y peores adversarios: los centinelas. Ellos son cazadores infecciosos que se hacen llamar guerreros de la luz sobre el mal. Los centinelas asesinaron en mí la humanidad cuando me arrancaron a Estefanía, la indujeron a otro sendero lejos de mí, provocando que ella misma acabara con su vida, llevándose con ella el fruto qu
Kalia Palacios. No había sido una tarea fácil abandonar la presencia de Tristán; la sensual proscrita, esbozó una sonrisa triunfal cuando se le escabulló. Si de algo podía hacer alarde, era de esa exquisita capacidad de desaparecer sigilosamente entre la noche. Kalia se envolvió en la neblina nocturna y emprendió su camino hacia la casa de Victoria. Al llegar, se refugió entre los arbustos que rodeaban la casa, se elevó y cayó en el balcón de Alberto Montesinos con agilidad. A través del cristal lo contempló mientras dormía plácido. Kalia sonrió y sus colmillos de marfil resplandecían bajo la luz de la luna. —Un pedazo de tu alma… “Reencarnación de Estefanía” —exclamó la malvada hija de la noche con satisfacción al percibir el noble individuo que Victoria amaba como progenitor. —Tu voluntad será desvanecida, cada lágrima de sangre que he derramado te las cobraré con la vida de cada ser humano que ames —reflexionaba mientras se deleitaba con la mirada que le brindaba el cri