Mis ojos se derrumbaron en un recuerdo pasado de Estefanía que venía a mí; ese recuerdo me revelaba cuando ella vio a Adrián pasar por el mismo dolor que yo experimentaba al dejar aflorar en todo su esplendor su naturaleza centinela. —¡Aléjate de mí y vive en el mundo de los muertos a donde perteneces! —grité a Estefanía. —¿Cuál es la razón por la que me presentas estos recuerdos? Tú eres la causa de todo mi dolor. Estefanía acomodó su falda amplia para ponerse de cuclillas y así poder tocar mi rostro; en ese instante quería rechazarla. ¡Necesitada odiarla!, pero todos mis intentos fueron frustrados. Pude percibir la presencia de una conexión placentera entre sus manos en mi rostro, mientras ella aliviaba mis lágrimas. —No te enamoraste de Adrián por los recuerdos que te he legado, comenzaste a amarlo porque así lo sentiste, Victoria.… —Sus lágrimas ya comenzaban a surgir en sus pupilas.—Él ha sufrido mucho, por favor, sálvalo del exilio donde lo dejé. El milagro de que Adr
Adrián salió del trance y sus manos me soltaron; al hacerlo, cayó al piso desmayado, y yo también había caído arrodillada. Al verlo tirado en el suelo de aquel salón, gateé hasta llegar a su lado; ahora el pavor me poseía. ¡Qué diablos había sucedido! ¿Qué había hecho yo para que él quedara tan debilitado? Lo tomé y coloqué su cabeza en mis piernas, seguidamente comencé a acariciar su rostro. —¡Adrián reacciona! ¿Abuela, qué le sucede? Dime, ¡lo maté! —Ya comenzaba a entrar en pánico, vi en los ojos de ella que también estaba sorprendida. —Eres más fuerte de lo que imaginamos —manifestó sin quitar su vista de mí. Seguidamente, se nos acercó, y tomó una de las manos de Adrián, que ya comenzaban a regenerarse ante mi mirada. —Él vio lo que tú estabas viendo —susurró mi abuela mientras continuaba tomando la mano de Adrián para obtener imágenes de lo que él había visto en mí. —Arturo está dentro de ti, pero no solo eso. El poder que crece en tu interior es tan potente que absorb
—Pensé que estaba cayendo en la locura, incluso hoy tuve la oportunidad de ingerir una buena cantidad de ese infierno delirante, por el cual observaba a Estefanía abrazada a Arturo —Adrián sonrió con tristeza —. El demonio de los celos puede ser uno de los males más dolorosos, lo comprobé cuando en cada recoveco de mi mente llegaba su rostro sonriente. Sentía que ella se encontraba como si nada mientras yo me consumía con rapidez en el dolor más profundo. Después de un momento de agonía, Estefanía me liberó del peso frenético que estaba sobre mis espaldas. Ella aún me amaba y creí que la felicidad merecida llegaba finalmente a nosotros, iluso que fui. El destino nos tenía una sorpresa preparada. Esto solo había sido la antesala a mi abismo, a la muerte de mis sentimientos mortales, los cuales fueron usurpados más adelante únicamente por necesidades humanas que saciaba sin ataduras. Dado que mi corazón no tenía sentimientos, todo el amor que fui capaz de dar se había marchado con ella.
A veces me pregunto: ¿Cuáles son los significados de nuestra vida y cuál es nuestro verdadero objetivo en ella? Llevo un largo período de tiempo tratando de encontrar un sentido a esa pregunta… Lamentablemente, todavía no he obtenido respuesta. Durante la mayor parte del tiempo he caminado entre sombras, en caminos inciertos que me conducen a espejismos, en una supervivencia hueca e inactiva. A menudo he sentido la necesidad de tocar y sentir algo real, algo que me llene y me devuelva la paz; sin embargo, al ver a mi alrededor me doy cuenta de que la maldad es más sólida. En todos los lugares observo y oigo gritos de dolor; de nada sirve tener amor en el corazón cuando la oscuridad más profunda te consume y te lleva a caminos inesperados, un lugar que ni siquiera en tus sueños más oscuros has advertido e imaginado. Con solo tocarlo, podrá resquebrajar fácilmente lo que parece ineludible. Todavía sigo intentando sobrevivir, con mi alma destrozada; contemplando cómo se pier
Necesitaba caminar, deambular por la noche y unirme a todas las criaturas nocturnas en su vigilia, lugar al cual yo también pertenezco; al clan de los eternos que habitan en la soledad. Por ser un vampiro (hijo de la noche) podía oír la melodía de los espectros, ver los rostros pálidos de las criaturas que eran igual a mí, sonriéndole a la inmortalidad; sin embargo, yo a diferencia de ellos soñaba con la esperanza de encontrar un atisbo de luz en mis noches sin fin, aunque esa petición se había convertido en un deseo difícil de alcanzar. Aparque el coche en el margen de la carretera, en aquellas altas horas de la noche ya nadie transitaba, ni siquiera un alma. Me interné entre los densos árboles y matorrales que tapizaban las montañas de la desolada carretera; eso para mí era sumamente fácil, deslizarme bajo el amparo del sigilo, saltar hasta casi volar sin ser percibido. Nadie se hubiera atrevido a mirarme si me viera en ese instante. No era la forma en la que me elevaba por los
El avión ya había tocado tierra, mi corazón latía con fuerza; había estado cinco años fuera de mi país y todo había cambiado. Emily, Lucy, Rebeca, Abby y mis tíos llegaron a mi mente, sobre todo la voz de Abby, esta me hablaba: “Estaré en contacto contigo, estés donde estés.” —Ethan —susurré y saqué la foto que llevaba conmigo en mi bolso de mano, mi padre colocó su mano en mi hombro en señal de apoyo. Finalmente, estábamos bajando del avión, el trayecto me había hecho largo y no pude dormir en todo el trayecto. Mi padre era otra historia, había dormido como un bebé. Caminamos por los pasillos del aeropuerto después de mostrar los pasaportes y de ser revisados, salimos; mis lágrimas salieron con fuerza al oír el grito de Alexandra, giré y la vi con mi tío Andrés. Corrí hacia ellos para abrazarlos, mi tío me levantó entre sus brazos; siempre fue alto y de complexiones fuertes, parecía que levantara pesos todos los días, luego me bajó y me dio un gran beso en la frente. —¡Está
—¡Alexandra, tu tatuaje quedó hermoso! —declaré con toda la sinceridad del mundo, mientras acariciaba las líneas que lo conformaban.—Debías ver el rostro de mi mamá ¡Duro días sin hablarme!, pero luego se calmó —sonrío —. Y me temo que volverá a molestarse. —¿Por qué? —Por mi nuevo corte de cabello.—No entiendo, tienes el cabello hermoso y ya te lo vio y no te dijo nada.—Es porque lo he disimulado con los mechones de mi cabello largo, debo agradecer que tengo cabello abundante —puse cara de confusión.—Te lo mostraré —inmediatamente se apartó el cabello del lado izquierdo, dejando al descubierto la raya real de su pelo; mi querida prima llevaba el costado derecho semi rapado. A continuación, se observó en el espejo de la peinadora arreglándose el nuevo estilo, pero la raya ya no estaba en el medio, sino más baja, logrando que los mechones largos le cayeran en uno de sus ojos. —¿Qué te parece?—No me parece mal, es tu estilo, te ves guapa, solo falta el maquillaje.—Estamos en
¡Ven! —me dijo y la seguí por el amplio corredor dando tumbos hasta su “Guarida” como lo llamaba Alexandra. —Qué hermosa luna la que alumbra el cielo esta noche —manifestó al abrir la gran ventana. Los rayos de las estrellas se colaron en la amplia habitación impoluta, al detallarla con mayor precisión y a pesar de haber estado infinidades de veces cuando era niña, está vez encontré en ella similitudes al santuario de Eleonor. Aquella habitación donde reposaba un hermoso fogón antiguo era el santuario de mi abuela, podía sentir la energía de los centinelas en cada recoveco. En un estante vi algo que no me era ajeno, era el polvo brillante que ella me había enviado, lo reconocí de inmediato. —Creo que deberíamos comenzar por explicarte por qué te envié este polvo que estás observando. —Lo apreciaría —dije sinceramente. —Se trata de un preparado elaborado por los centinelas, y está especialmente diseñado para mantener activas todas las funciones orgánicas de tu naturaleza h