Todos los perros comenzaron a aullar de manera desgarradora, Abby empezó a murmurar unas palabras en arameo, logrando que Luthzer se le crispara el rostro pálido. Vi sus intenciones, la iba a lastimar. Me interpuse y me abalancé sobre él, cayendo los dos lejos de Abby. Luthzer me agarró del cuello y me lanzó contra el suelo fácilmente.
—¿Crees que dispone de la capacidad para enfrentarme?
—La ten… tendré —dije con dificultad.
Luthzer me acercó a él y me tomó por los cabellos como si me fuera a arrancar el cuero cabelludo.
—No la tendrás —me aseguró—. En aquel momento coloqué mis palmas en su pecho y permití que mi naturaleza recién adquirida hiciera lo suyo, quemándole la piel lechosa
Victoria.Días después. Mi abuela me brindó ayuda para comprender mi nueva naturaleza y me prohibió ir al Renacer para enfrentarme a Kalia. Esta petición me costó obedecerla, pero Tristán estaba desaparecido y me aturdía. Parecía que Arantxa había llegado a un paréntesis de tranquilidad en el que se había asignado la tarea de escabullirse. Abby me indicaba que la tranquilidad aparente se originó en la revelación de Alyan en la noche en la que nos rescató de Luthzer. Asimismo, me indicó que era fundamental que me alejara de los bandos y luchar por alejarme, aunque sea un poco mi afecto hacia Adrián, con el propósito de comprender los designios. En ese momento, mi pregunta era… ¿Sería capaz de comprender los designios? ¿De qué manera lo conseguía? Salí de casa y me senté en la grama del enorme patio trasero, absorbiendo el olor de los preparados de mi abuela que me tocaban desde lejos. Me fui recostando hasta que mi vista quedó fija en el cielo azul. Dentro de mis pensamientos s
Fuimos al patio trasero, que era bastante amplio y aislado; ahí no llegaban los curiosos. —¿Lista? —Eso opino… —Agnes sonrío y me guiño el ojo. —Sé que algunos del bando contrario ya te han dado un introductorio, pero en defensa yo quiero que te concentres y resaltes los dones que posees —puso en marcha su clase. La expresión de Agnes fue cambiando repentinamente y la tenses borró de golpe la sonrisa que adornaba su cara. Se levantó del suelo con la rapidez de un leopardo. Comencé a mirar furtivamente por todo el patio, mi padre aún estaba internado en el despacho, y ni siquiera se veían rastros de Alexandra y Abby. —¿Qué sucede Agnes? —le pregunté rápidamente. —Estoy sintiendo la presencia de un hijo de la noche, ¡de un asqueroso hereje! —declaró. Los ojos experimentaron una alteración, evidenciando una actitud perspicaz. —No te ofusques, bájale; no siento que sea maligno —le aseguré, sabiendo dentro de mí que se trataba de Tristán, pero mis palabras, aunque
Me quedé observando a ambas con una sonrisa amplia, sorprendida por cómo mi sangre no solo había hecho psíquica a Abby, sino que además le había permitido dominar el español con tanta rapidez y fluidez. Abby tomó la iniciativa tras las palabras de Alexandra y comenzó a arreglar un morral con ropa suficiente para una noche.—Voy encendiendo el carro —anunció Alexandra, dejándome a solas con Abby.Abby apenas esperó a que Alexandra saliera para girarse hacia mí con expresión seria.—Ni se te ocurra —dijo, con un tono que no admitía discusión.—¿Ni se me ocurra qué, Abby?—Darle más sangre a Tristán.La intensidad de sus palabras me dejó helada.—¿Por qué dices eso? —pregunté, desconcertada.—Porque puedo ver cosas que tú no —respondió, como si fuera lo más evidente del mundo—. Y sé que, aunque te lo diga, vas a ignorarme y lo harás de todos modos.—Abby, el sol empieza a dañarlo. No puedo quedarme sin hacer nada.—Lo entiendo —respondió con un suspiro, pero su voz no perdió firmeza—. Aun
—Lo intento, pero no puedo… Victoria, aunque no lo creas, no soy de piedra. A veces las emociones, muchas de ellas oscuras, me arrastran. Cuando te veo, lo primero que percibo es tu amor por el centinela, aunque sé que para estar juntos les espera un largo camino.—No vine aquí para hablar de él… Entre Adrián y yo no puede haber nada.—Eso no te lo crees ni tú misma. Puedo sentir el fuego que llevas dentro; te consume. Adrián, te quema, aunque no lo admitas.—¡Si vas a seguir con eso, será mejor que regresemos!—No te enojes. A mí me gusta que sientas amor; es lo que te mantiene arraigada a la humanidad. Siempre me preocuparé por aquello que intente apagarte.—Aun así, te pido que no lo menciones más.—Solo intento distinguir qué es borroso y qué es claro.—Tristán, ya no busques el dolor en mí.Esta vez fui yo quien acarició su rostro. Su piel, cálida y suave bajo mis dedos, parecía contradecir la fuerza que emanaba de él. Pero, mientras lo hacía, las imágenes de Kalia y Romina irrum
—¡Victoria, corre! ¡Los buitres ya vienen! Han estado acechando, esperando el momento en que bajemos la guardia. Tenías razón… No habrá piedad. Ha llegado la hora de pagar.—¿Y crees que voy a huir y dejarte aquí solo? ¡Estás delirando!—¡Vete! Yo sé cómo enfrentar esto.—¡Cállate, Tristán! —le grité, aferrándome con fuerza a su pecho. En ese instante, la lluvia comenzó a caer con furia, y el paisaje, antes sereno, se tornó hostil y amenazante.—Si perdemos la confianza en nosotros, entonces si estaremos perdidos… —susurré, mis labios apenas rozando los suyos.—No tienes idea de lo que nos espera… No sé si podré soportarlo. Pero hay algo de lo que sí estoy seguro: vale la pena… Por ti, todo, Victoria. —Su voz tembló por un instante, y luego su expresión cambió. Sus ojos reflejaron algo oscuro, un rastro de temor que no había visto antes. Algo lo alteraba. El mal estaba cerca.—Se están acercando… Nos quieren a los dos, puedo sentir sus garras. ¡Debes huir ahora!—¡No lo haré! ¿Qué par
A veces me pregunto: ¿Cuáles son los significados de nuestra vida y cuál es nuestro verdadero objetivo en ella? Llevo un largo período de tiempo tratando de encontrar un sentido a esa pregunta… Lamentablemente, todavía no he obtenido respuesta. Durante la mayor parte del tiempo he caminado entre sombras, en caminos inciertos que me conducen a espejismos, en una supervivencia hueca e inactiva. A menudo he sentido la necesidad de tocar y sentir algo real, algo que me llene y me devuelva la paz; sin embargo, al ver a mi alrededor me doy cuenta de que la maldad es más sólida. En todos los lugares observo y oigo gritos de dolor; de nada sirve tener amor en el corazón cuando la oscuridad más profunda te consume y te lleva a caminos inesperados, un lugar que ni siquiera en tus sueños más oscuros has advertido e imaginado. Con solo tocarlo, podrá resquebrajar fácilmente lo que parece ineludible. Todavía sigo intentando sobrevivir, con mi alma destrozada; contemplando cómo se pier
Necesitaba caminar, deambular por la noche y unirme a todas las criaturas nocturnas en su vigilia, lugar al cual yo también pertenezco; al clan de los eternos que habitan en la soledad. Por ser un vampiro (hijo de la noche) podía oír la melodía de los espectros, ver los rostros pálidos de las criaturas que eran igual a mí, sonriéndole a la inmortalidad; sin embargo, yo a diferencia de ellos soñaba con la esperanza de encontrar un atisbo de luz en mis noches sin fin, aunque esa petición se había convertido en un deseo difícil de alcanzar. Aparque el coche en el margen de la carretera, en aquellas altas horas de la noche ya nadie transitaba, ni siquiera un alma. Me interné entre los densos árboles y matorrales que tapizaban las montañas de la desolada carretera; eso para mí era sumamente fácil, deslizarme bajo el amparo del sigilo, saltar hasta casi volar sin ser percibido. Nadie se hubiera atrevido a mirarme si me viera en ese instante. No era la forma en la que me elevaba por los
El avión ya había tocado tierra, mi corazón latía con fuerza; había estado cinco años fuera de mi país y todo había cambiado. Emily, Lucy, Rebeca, Abby y mis tíos llegaron a mi mente, sobre todo la voz de Abby, esta me hablaba: “Estaré en contacto contigo, estés donde estés.” —Ethan —susurré y saqué la foto que llevaba conmigo en mi bolso de mano, mi padre colocó su mano en mi hombro en señal de apoyo. Finalmente, estábamos bajando del avión, el trayecto me había hecho largo y no pude dormir en todo el trayecto. Mi padre era otra historia, había dormido como un bebé. Caminamos por los pasillos del aeropuerto después de mostrar los pasaportes y de ser revisados, salimos; mis lágrimas salieron con fuerza al oír el grito de Alexandra, giré y la vi con mi tío Andrés. Corrí hacia ellos para abrazarlos, mi tío me levantó entre sus brazos; siempre fue alto y de complexiones fuertes, parecía que levantara pesos todos los días, luego me bajó y me dio un gran beso en la frente. —¡Está