Adrián. Salí de esa casa como si fuera un vendaval y quería correr. Tenía la sensación de impotencia e inseguridad bajo su mirada, pero yo no podía enfrentarme a la bestia que aún se encontraba dormida en su interior y que ella trataba de amarrar con cadenas. Sentí que yo caía en pedazos. Victoria buscaba en ese vampiro una seguridad que yo quería brindarle, pero no podía ofrecerle. Todas las emociones habían desaparecido y las acciones a mi alrededor empezaban a ser irracionales, entonces la debilidad regresó por mí y mi seguridad se desvaneció. Había sido sumamente difícil con ella, pero seguía inseguro y no quería sucumbir en su felicidad sin tener la certeza de que mis pasos estaban en un equilibrio constante. —Aunque no lo creas, Victoria, yo estaré a tu lado. Ya hemos elegido el camino —. Hice excusas para regresar; aun así, mi orgullo no me permitió y seguí mi camino con mucho esfuerzo. Victoria se volvía eterna porque no podía tenerla. Yo había fallecido todos los día
Tristán me sujetó con fuerza y me colocó detrás de él y, posteriormente, tomó las medidas de la conversación. —Desde aquí, puedo oler como ardes en celos. ¿Cómo es tu amor centinela? ¿Cómo puedes amar y odiar de manera simultánea a Victoria? La debilidad de tu persona es notablemente mayor. Pude percibir en los ojos de Adrián cómo su ira se incrementaba al contemplar cómo Tristán se ubicaba como un escudo interpolándose entre los dos. Adrián dejó salir una expresión irónica debido al comentario de Tristán. —¿Debo suponer que tu amor, si es de verdad? ¡Tú, que eres un recién llegado y que no tienes mucho tiempo conociéndola! ¡Ah! Se me olvidaba, Arturo te brindó parte de sus emociones cuando te infectó. —Adrián, ¿qué haces aquí? Fuiste sumamente claro en comunicarme que los fallecidos no tienen palabras. —Lo mantengo, pero veo que Tristán no tiene miedo de resucitarlos. —Tristán no me hizo caso, él estaba decidido enfrentarse a Adrián, lo miré pidiéndole que no comenzar
Continué observando a través de aquellos ojos que me trataban de ocultar su descontento, hallé que evidencias de sentimientos humanos ascendían desde su interior hasta su superficie. —Tristán, yo traté de matar el dolor, pero lo que logré fue traer más… —Tristán me observó con irritación. —En este momento, Victoria, no estás siendo objetiva y deberás aprender muchas cosas para enfrentar a la bestia en tu interior. Una de ellas es aprender a pelear. —Durante esas palabras, pude percibir otra energía que nos atravesaba, cuyo ritmo ya reconocía: era Arantxa. —¿Qué está haciendo ella aquí? —pregunté con sorpresa. Arantxa me guiño un ojo. —Ayudar a este sensual hijo de la noche para sacar ese potencial que tiene en ti; te lo dije, es hora de que aprendas a defenderte. —Los ojos se tornaban rojos y sus labios sonreían con intensidad. —Es peligroso, nos pueden cazar —les recordé. —Tranquila, los dioses no harán nada, ellos nos ponen a prueba para ver hasta dónde somos cap
Adrián. Llegué a la hacienda, tratando de controlar mi ira y olvidar lo ocurrido, pero las circunstancias se me estaban complicando. Entré apresuradamente al santuario para ver a Alyan; allí se encontraba la abuela de Victoria y Romina, ambas lo rodeaban. Esta última, al verme, se dirigió hacia mí y me abrazó, luego depositó su cabeza en mi pecho como si se le hubiera olvidado todo lo que le había comunicado; no le negué el abrazo. Luego de un breve instante, la aleje de mí y me acerqué a Esther, quien observaba a Alyan con devoción. —¿Cuál es la situación actual? —No puedo mentir, está experimentando un dolor profundo. Luthzer lo está castigando con gran crueldad y él lucha por mantenerse vivo. Los centinelas deben hacer todo lo posible para ayudarlo, y si Luthzer logra pasar a Alyan a su bando, estaremos perdidos… Entraríamos a la era de la oscuridad eterna. Esther permaneció en silencio después de pronunciar dichas palabras, posteriormente observó a Romina. Yo compre
Victoria. Luego de mi primera práctica y de oír las palabras que me había dicho Arantxa, salimos a toda prisa hacia casa de mi abuela. Tristán venía conmigo y tenía la certeza de que mi abuela no deseaba verme con él, pero no disponía de tiempo para reflexionar sobre eso. Al cruzar el trayecto que me conducía hacia la vereda que nos adentraba a la casa, la hallé a ella obstaculizando el trayecto. Parecía distinta y no estaba sola. Cristian la acompañaba y vi una gema brillante en la frente del centinela. En aquel instante, Tristán comenzó a inquietarse, algo le causaba dolor. —¡Tristán, qué te pasa! —traté de ayudarlo. —Es el maldito centinela… Ha otorgado protección para evitar mi entrada a la propiedad. ¡Maldición, no creí que doliera tanto! —Tristán comenzó a tener espasmo, lo que me provocó salir del coche con rapidez. —¡Suficiente abuela, dile que se detenga! —Mis rabihats se encendieron en contra de mi voluntad. Sentí miedo y traté de calmarme —¡Déjalo Cristian, por
Mis ojos se derrumbaron en un recuerdo pasado de Estefanía que venía a mí; ese recuerdo me revelaba cuando ella vio a Adrián pasar por el mismo dolor que yo experimentaba al dejar aflorar en todo su esplendor su naturaleza centinela. —¡Aléjate de mí y vive en el mundo de los muertos a donde perteneces! —grité a Estefanía. —¿Cuál es la razón por la que me presentas estos recuerdos? Tú eres la causa de todo mi dolor. Estefanía acomodó su falda amplia para ponerse de cuclillas y así poder tocar mi rostro; en ese instante quería rechazarla. ¡Necesitada odiarla!, pero todos mis intentos fueron frustrados. Pude percibir la presencia de una conexión placentera entre sus manos en mi rostro, mientras ella aliviaba mis lágrimas. —No te enamoraste de Adrián por los recuerdos que te he legado, comenzaste a amarlo porque así lo sentiste, Victoria.… —Sus lágrimas ya comenzaban a surgir en sus pupilas.—Él ha sufrido mucho, por favor, sálvalo del exilio donde lo dejé. El milagro de que Adr
Adrián salió del trance y sus manos me soltaron; al hacerlo, cayó al piso desmayado, y yo también había caído arrodillada. Al verlo tirado en el suelo de aquel salón, gateé hasta llegar a su lado; ahora el pavor me poseía. ¡Qué diablos había sucedido! ¿Qué había hecho yo para que él quedara tan debilitado? Lo tomé y coloqué su cabeza en mis piernas, seguidamente comencé a acariciar su rostro. —¡Adrián reacciona! ¿Abuela, qué le sucede? Dime, ¡lo maté! —Ya comenzaba a entrar en pánico, vi en los ojos de ella que también estaba sorprendida. —Eres más fuerte de lo que imaginamos —manifestó sin quitar su vista de mí. Seguidamente, se nos acercó, y tomó una de las manos de Adrián, que ya comenzaban a regenerarse ante mi mirada. —Él vio lo que tú estabas viendo —susurró mi abuela mientras continuaba tomando la mano de Adrián para obtener imágenes de lo que él había visto en mí. —Arturo está dentro de ti, pero no solo eso. El poder que crece en tu interior es tan potente que absorb
—Pensé que estaba cayendo en la locura, incluso hoy tuve la oportunidad de ingerir una buena cantidad de ese infierno delirante, por el cual observaba a Estefanía abrazada a Arturo —Adrián sonrió con tristeza —. El demonio de los celos puede ser uno de los males más dolorosos, lo comprobé cuando en cada recoveco de mi mente llegaba su rostro sonriente. Sentía que ella se encontraba como si nada mientras yo me consumía con rapidez en el dolor más profundo. Después de un momento de agonía, Estefanía me liberó del peso frenético que estaba sobre mis espaldas. Ella aún me amaba y creí que la felicidad merecida llegaba finalmente a nosotros, iluso que fui. El destino nos tenía una sorpresa preparada. Esto solo había sido la antesala a mi abismo, a la muerte de mis sentimientos mortales, los cuales fueron usurpados más adelante únicamente por necesidades humanas que saciaba sin ataduras. Dado que mi corazón no tenía sentimientos, todo el amor que fui capaz de dar se había marchado con ella.