—Victoria, tienes una visita —me informó mi padre y su expresión no era muy amable. Luego comprendí el motivo de su molestia cuando vi quién venía a visitarme; se trataba de Tristán.—Te estoy vigilando, no creas que, porque esté haciendo negocios con él, me volveré sumiso, todo lo contrario —dijo casi en susurros, mientras yo pensaba: ¿Qué diablos quería Tristán? Aquella visita inesperada suscitaba más inquietudes. En la sala pude ver la presencia de mi visitante sorpresa, Tristán giró al sentirme y su sonrisa no se hizo esperar ¡Maldición que bien se veía!.—Eres letalmente especial —dijo mientras me sonreía, él me lo notifico a través de su mirada.—¿Qué demonios está haciendo aquí otra vez? —respondí, pero mi pregunta no tuvo respuesta, mi padre me sacó del trance.—Bienvenido Tristán, siéntete como en su hogar; los dejo para que hablen, yo estaré muy cerca —su voz sonó con un tono de advertencia y una sonrisa forzada salió de su rostro.—Muchas gracias, señor Montesinos, es usted
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