(Algunos despertares duelen)Victoria Una vez más me había otorgado a mi silencio y a mi agonía, y aún experimentaba el dolor que no me era desconocido. Este dolor se asemeja a un cáncer que se propagaba y terminaba con mi paz. Tomé mi sabana y me arropé completamente, experimentando un intenso frío. Sin embargo, a pesar de las frazadas que me echaba encima, el frío no desaparecía, sino que se intensificaba hasta el punto de sentir escalofrío en los huesos. Me puse en posición fetal y sujeté mis manos entre mis muslos con la intención de calentarlas, pero no ocurrió, ellas permanecían heladas. En un instante, dejé volar la imaginación, consciente de que mis manos al tocar algún objeto podrían transformarlo en hielo y luego, con un solo golpe, lo pulverizaría. Esta idea pretendía imitar la imagen antagónica de Adrián, tocarlo, solidificarlo, convertirlo en hielo con mis dedos gélidos y golpearlo con el fin de que se vuelva agua, sin embargo, esto era solo un deseo de mi mente. Me
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