—Señorita Musso, ha llegado el señor Lison —informó la secretaria por medio del teléfono.Las mejillas de Libia enrojecieron, tardó un poco en contestar. Respiró profundo.—Que pase, por favor —pidió, con el corazón latiendo desenfrenado.En cuestión de minutos, Lison tocó la puerta.»Adelante —dijo, nerviosa.Luego de tanto drama estaban frente a frente. Tuvieron contacto visual, Libia no se levantó de su silla, puso ambas manos en el escritorio, tomó aire.—Dijiste que me necesitabas ¿Para qué? —interrogó un tanto brusco, sintiéndose patético por viajar tan lejos solo por esa respuesta.La muchacha soltó el aire que tenía retenido en los pulmones, incapaz de articular una palabra coherente. Tiodor caminó hasta ella a paso lento. Quedó frente al escritorio, de pie, imponente, demasiado alto, tan guapo. Miró a la chica, perdido en esos grandes ojos suyos y su mirada ensoñadora, con el cabello suelto, invitándolo a ser acariciado, vestida con una blusa de botones, color blanca con manga
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