Libia despertó en la madrugada, se sorprendió al encontrar a Tiodor a su lado, lo contempló por un par de minutos, la expresión serena y el silbido que escapaba de su nariz, le robaron una sonrisa, nadie imaginaría que alguien como él podía verse tan pacífico. Era un tipo bastante guapo, en otros tiempos para nada su gusto, pues se inclinaba por hombres con rasgos no tan marcados. Patanes disfrazados de príncipes. Ella se mordió el labio, su estúpido corazón latió con fuerza. «¿Por qué siempre tengo que elegir mal?», se preguntó, dolida. Su mente de nuevo la traicionó, ya que se aferró a la idea que Tiodor podría cambiar, que dejaría de ser ese horrible ogro, gruñón y cruel, y que tras besarlo se transformaría. Cerró los ojos, repitiéndose lo idiota que era.A la mañana siguiente, Lison se levantó de la cama, ese día no iba a trabajar, pero tenía muy arraigada la costumbre de despertarse temprano. Miró a Libia de reojo, la chica seguía dormida con la boca entreabierta. Exhaló con pesad
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