Desde las nueve esperaba en el aeropuerto a que Verónica llegara. Miraba el reloj a cada minuto, ayer no debí tratarla de esa forma… ¡Pero ella debe entender! No soy como las personas que conoce. Soy diferente al resto de los hombres.—¿Tú crees que venga, Rata?Y si por mí no… llegó con su amiga, jamás había estado tan desesperado hasta que la vi llegar, era muy linda, no se compara con las viejas que trato. Era sencilla, en esa característica radicaba su increíble belleza. Le sonreí cuando nos vio, sin embargo, no contestó mi saludo. Se limitó a hacer un leve movimiento con la mano, no se acercó, permaneció con Lorena.—Le dije que se le fue la mano con eso del carro, sabe de ante mano güevón que la regaste, ayer usted se portó como todo un, «don gonorrea» —recriminó Simón.—¿Ahora la vas a defender? ¿El abogado de las mujeres?—No Patrón, solo su conciencia, sé está tirando lo único bonito que podría tener en su vida. —Lo miré—. Roland, yo ya amé y es el mejor recuerdo que tengo de
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