Cuando Zoe corta la llamada con Carlo se siente mucho más animada. Puede que las cosas con Daryl estén malas y raras, pero al menos tiene el apoyo de su primo, que después de todo es lo único cercano a una familia que le va quedando. Cierra los ojos, coloca sus manos sobre el vientre y se deja llevar a esa cárcel eterna en que se ha convertido la mansión Marchetti. Aunque para ser honesta, esos días en el hospital Daryl se comportó bastante bien. No la dejó sola ni un solo momento, la alimentó y atendió como un esposo enamorado, dedicado, considerado, nada parecido a lo que había sido las semanas anteriores. Pero eso no puede evitar que todo el trayecto a la mansión sea en silencio, Daryl no deja de mirar a Zoe, pero ella no le presta ni la más mínima atención porque está por completo retraída en sus pensamientos, por supuesto sin apartar sus manos del vientre, porque ahora no puede pensar solo en ella. Al llegar a casa Zoe no puede evitar emitir un suspiro de resignación, el auto
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