Regresa del viaje a ese sueño con una sonrisa leve. Antes de sacar la pastilla de su compartimento, busca por internet si el medicamento es dañino para el bebé. Cuando se asegura que no, le coloca la pastilla en la boca y la ayuda a beber agua fresca. —Pelo… trenza —insiste ella. —¿Quieres que te trence el pelo? —Sí… calor. —¿Y yo cómo hago esto? —dice enterrando el rostro en la cama con frustración. Otra vez, recurre a internet y busca una trenza sencilla, toma el cepillo del tocador y comienza a peinarla con mucho cuidado de no tirarle el cabello. Le hace una trenza a cada lado y se sentiría orgulloso de su trabajo si no fuera por el estado de su esposa. Le retira los paños, los enfría nuevamente y se los coloca. Le acerca un vaso con agua y la invita a beber. —Amor, tienes que tomar otro poco. —No vayas… —le dice ella a la nada—. Daryl, no quiero… quedarme sola… ¡Déjenlo, no! —lanza un manotazo al aire que casi tira el vaso y él lo deja a un lado. —Amor, estoy aquí, no me
Con el corazón apretado los dos se despiden, esta vez Zoe desde la cama, porque Daryl insiste en que hace mucho frío y ella está débil.—Te llamaré cuando esté en el avión, cuando aterrice, cuando llegue a la empresa y todas las veces que sean necesarias, mi vida.—No exageres… —se ríe Zoe, deja otro beso en sus labios y suspira—. Pero sé que eso me encantará.Finalmente se separan y Daryl sale de allí con la intención de volver lo antes posible, porque no quería estar lejos mucho tiempo de ella.Zoe se queda pensando en que el mejor remedio para pasar esos días de soledad es con trabajo, después de todo ese siempre ha sido un buen refugio.Los días pasan y ellos se mantienen comunicados, pero la necesidad de verse se vuelve cada vez más grande. Por esa razón, Zoe está pensando seriamente en ir a Francia sin avisarle a su esposo y así poder darle una sorpresa.Está pensando en eso, cuando aparece el nombre de su esposo en la pantalla. Le responde feliz, porque esa debe ser una de sus
«Su esposa está embarazada.»Aquellas palabras rebotan en su cabeza una y otra vez.Tal vez un puñetazo de Robert lo habría impactado menos, tal vez caerse por las escaleras o el haberse lanzado desde la azotea habría sido menos doloroso que aquellas palabras.Zoe estaba embarazada.Zoe estaba embarazada y enferma, y todo era por su culpa.—¿Embarazada? —pregunta para asegurarse de que oyó bien y el doctor asiente, sin dejar de mirarlo extraño.—Sí, de cuántas semanas no lo sabemos. Eso es algo que tenemos que corroborar, y esa información podemos obtenerla solo con ella, pero es un hecho que ella está esperando un bebé. ¿No lo sabía?—Ya le dije, no he estado en la ciudad… ella… —mira a Zoe sin dejar de sentir esa punzada de dolor en el pecho—, ella no me dijo nada.—Puede ser que tampoco lo supiera —trata de justificarla el doctor, porque no puede quitarse de la cabeza que ellos no están en los mejores términos—, de otra manera dudo que no se alimentara. Cuando despierte, avísenme d
Cuando Zoe corta la llamada con Carlo se siente mucho más animada. Puede que las cosas con Daryl estén malas y raras, pero al menos tiene el apoyo de su primo, que después de todo es lo único cercano a una familia que le va quedando. Cierra los ojos, coloca sus manos sobre el vientre y se deja llevar a esa cárcel eterna en que se ha convertido la mansión Marchetti. Aunque para ser honesta, esos días en el hospital Daryl se comportó bastante bien. No la dejó sola ni un solo momento, la alimentó y atendió como un esposo enamorado, dedicado, considerado, nada parecido a lo que había sido las semanas anteriores. Pero eso no puede evitar que todo el trayecto a la mansión sea en silencio, Daryl no deja de mirar a Zoe, pero ella no le presta ni la más mínima atención porque está por completo retraída en sus pensamientos, por supuesto sin apartar sus manos del vientre, porque ahora no puede pensar solo en ella. Al llegar a casa Zoe no puede evitar emitir un suspiro de resignación, el auto
Por supuesto que en la mañana, cuando Zoe abre los ojos antes que él se aparta con violencia y lo quita de su lado a punta de almohadazos. —¡¿Qué haces metido en mi cama?! —le dice ella saliendo de la cama y Daryl se apresura a calmarla. —¡Espera, cálmate, eso no te hace bien! Es que anoche estabas llorando dormida, me acerqué para quitarle las lágrimas y tú te aferraste a mi mano. —¡Pero que mentira más grande! ¡¡Si yo no te quiero a mi lado!! —¡Te juro que es verdad, me secuestraste la mano y no me quedó más remedio que meterme a tu lado, porque no hubo forma que la soltaras! —ni loco le dice que ni siquiera hizo el intento de quitarle la mano, porque ahí sí que lo deja sin decendencia—. Así que solo me quedé allí, en cuanto te abracé te relajaste y pudiste dormir tranquila el resto de la noche. Te juro que no pasó nada más. —¡Te odio! —Zoe se mete en el baño, se encierra allí, lleva sus manos a su vientre porque cuando despertó él tenía aquella mano cálida y protectora allí, y
La actitud de Daryl es por completo diferente y esta vez Zoe la siente de verdad. No se va a trabajar sin darle un beso, sus vitaminas y el desayuno, a la hora de almuerzo está clavadito allí con ella y por la tarde, regresa animado para estar con ella solo para hacer lo que sea y consentirla, porque eso sí, no se cansa de mimarla. Es increíble la manera en que se está redimiendo por su comportamiento y lo que Zoe quiere es que eso se extienda lo más posible, porque esa versión dulce de Daryl es de lo más linda. Su esposo está feliz por el embarazo y ella se está relajando al fin, disfrutándolo también. El día anterior Daryl llegó emocionado, solo la levantó entre sus brazos, la besó con devoción y la invitó a una cena muy importante con altos ejecutivos y los presidentes de grandes empresas. Así que allí está ella, terminando de maquillarse para acompañar a su esposo a la cena. Por supuesto, con un vestido negro, sencillo y recatado, para que no fuesen a mirarla más de la cuenta
Daryl se ha ido hace solo dos días y Zoe ya se siente como si llevara un año lejos de ella. Por eso, luego de tomarse su desayuno, se sube al auto para ir a la empresa y decide que al llegar se irá directo a la habitación de su bebé. Está repleta de cosas, todas desordenadas, porque Daryl pensó que ella querría organizar todo y eso es muy cierto. Cuando van de camino a la oficina, Robert, que va de copiloto, no deja de mirar a todos lados. —Hace un tiempo que no podemos tener una de esas charlas tan interesantes —le dice ella mirando por la ventana—. Supongo que es mi culpa, he estado demasiado ocupada con mi esposo. —Lo entiendo —le dice él, mientras chequea la patente del auto que va tras ellos—. Me imagino que está contenta con su embarazo. —Mucho. Aunque al principio tuve miedo, porque no era fácil aceptarlo, en especial porque llegó cuando menos lo esperaba —sus manos en el vientre y una sonrisa salen como gestos naturales y Robert sonríe al verla por el espejo retrovisor.
Daryl parece león enjaulado en su oficina en París, solo ve lo malo de todo dejándose llevar una vez más por las palabras de otras personas y sin siquiera darle la oportunidad a Zoe de defenderse de los ataques de la mujer, cuando en el pasado ya habían tenido una situación parecida. Lo cierto es que no había aprendido nada… pero ya lo hará. Tiene tres días sin hablar con su esposa, la misma que en Italia está desesperada porque las llamadas ya la mandaban directo al buzón. Por esa razón llamó a su suegro, a la empresa y nadie le dijo nada de Daryl. Tal parece que la tierra se lo ha tragado y a nadie parece importarle, aunque una idea la está embargando, pero se dice a ella misma que sería ilógico que Anabet lo hubiese llamado y él se pusiera de su parte. Aunque si eso era así, esta vez nada la haría echarse atrás. La idea de ir a Francia la está atacando seriamente porque la angustia de que le hubiese pasado algo la tiene tan mal que llevaba dos días con un dolor en el vientre qu